Ya es muy habitual, y más en el mundo de la comunicación, hablar de las siglas ESG, pero tal vez no todos tienen claro o todavía tienen ciertas dudas sobre qué significan ni por qué importan en la actualidad en el mundo empresarial y especialmente en un sector tan relevante como es el de la salud. Pues bien, las siglas ESG provienen del inglés, y corresponde a “Enviromental, Social & Governance”
Es decir, hacen referencia a los factores o estándares que son relevantes para la aspiración de una compañía de ser sostenible por medio de su compromiso y actividades ambientales, sociales y de buen gobierno. En términos simples, el primero se relaciona con minimizar el impacto sobre el medio ambiente; el segundo, con las relaciones con trabajadores, proveedores, clientes y comunidades; y el último, con la conducta corporativa.
Imperativo ético y creador de valor
Por tanto, se puede afirmar que son, en primer lugar, un imperativo ético, pero, además, una condición habilitante para que diversas organizaciones puedan seguir operando, creando valor para los stakeholders y la sociedad. A día de hoy, existe un claro consenso entre las compañías en torno a que además, estos estándares promueven una cultura de ética y de transparencia, impulsan el crecimiento responsable y sostenible, mitigan diversos riesgos y son cada vez más requeridos por diversos stakeholders.
Incorporar el enfoque ESG en un sistema de salud saturado y quebrado puede ser especialmente relevante y beneficioso. Aunque pueda parecer contradictorio debido a las limitaciones y desafíos existentes, es precisamente en estos contextos donde la adopción de prácticas sostenibles y socialmente responsables puede generar un impacto significativo.
Además, cabe tener en cuenta, que el sector salud, al mismo tiempo que puede contribuir a generar mejor y mayor salud para una sociedad, puede también afectarla, por ejemplo, mediante su impacto sobre el medio ambiente, derivado de sus prácticas productivas. Asimismo, puede contribuir a un acceso más equitativo a soluciones en salud, disminuyendo el impacto de las determinantes sociales para acceder a ella, pero, si en paralelo tiene prácticas no inclusivas, discriminatorias o contrarias a la ética con sus trabajadores, proveedores o clientes, estará moviéndose en un sentido contrario.
Precisamente, esa discordancia es la que abordan los criterios ESG al incorporar un actuar coherente a las empresas y alinearla con su misión, tendiendo a evitar contradicciones entre su objetivo principal como es la generación de salud para las personas, con otras prácticas que terminen afectando este primer objetivo socialmente deseable. La coherencia en el actuar de forma socialmente aceptable, no sólo es un imperativo ético, en un sector tan delicado como es la salud, sino que, en el largo plazo, la única forma viable de que ello siga ocurriendo.
Por este motivo, son muchas las compañías del sector salud, especialmente las grandes farmacéuticas y los laboratorios, que ya están estableciendo metas, midiendo y reportando resultados sobre la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, incorporando políticas de inclusión y diversidad, velando por la ética y la transparencia en sus gobiernos corporativos. Un comportamiento que hace que los pacientes al elegir estas compañías no sólo están escogiendo el producto o servicio que ellas ofrecen sino también el aporte adicional que ellas realizan al incorporar estos criterios ESG.
En definitiva, en lo súltimos años y especialmente, tras la pandemia del Covid-19 se ha demostrado el significativo rol que juega la industria de la salud a nivel global y su enorme y positivo impacto social. Por ende, ee este sector depende ahora evidenciar su coherencia siendo socialmente deseable y sostenible, y abrazando decididamente los estándares ESG.
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