Cada cierto tiempo los candidatos políticos irrumpen en la vida de la ciudadanía durante 15 días de campaña electoral con todo un arsenal de herramientas comunicativas que de poco sirven sin una estrategia detrás que vertebre esas acciones y que además, cada vez resultan menos creibles para la población.
En concreto, con la comunicación política se pretende transmitir el mensaje del partido o del candidato. Algo que cree impacto y sea recordado por los votantes a los que se dirige, que no son la mayoría. Dicho así parece simple, pero dar con la formulación adaptada a cada partido y a cada tiempo político, lugar y segmento de votantes requiere muchas horas de estudio y planificación.
Pues bien, en este como en otros tantos colectivos profesionales al final se debe tener claro que para conseguir credibilidad thay que tener algo que comunicar. Hablar y vender humo no sirve para nada. Tener ideas, proyectos realizables, ofrecer gestiones que han producido beneficios…..Eso es lo que facilita la comunicación política y la hace creíble. Pero, cada vez cuesta más porque durante muchos años, la comunicación y más la política se ha basado en promesas y proyectos, pero nunca en realidades.
Además, si bien es cierto que hay políticos que están de campaña permanente, lo más habitual es que los 15 días antes de la cita con las urnas los candidatos echan el resto por un puñado de votos, a veces decisivos para hacerse con un escaño. Pero de poco sirve esa entrega durante dos semanas si la sobreexposición no responde a una estrategia muy bien apuntalada y orquestada. Además, el contexto político cambia y eso obligará a cambiar la campaña. No hay pócimas mágicas, lo que resulta un éxito en unas elecciones puede ser un fracaso en otras.
En resumen, tanto en la política como en otras profesionas la confianza es una de las bases más sólidas sobre la que se cimentan las relaciones sociales y profesionales, además de ser un indicador muy fiable de la buena o mala salud de la que gozan las conexiones entre las personas, en parte gracias a la forma que tenemos de comuncarnos.Así, en este contexto, Ipsos, con su Global Trustworthiness Index 2023, ha querido conocer más de cerca qué confianza les genera a la población ciertos profesionales con quienes tienen que lidiar en su día a día.
Los ministros y ministras son vistos con cautela
Como conclusión general, podría decirse que tanto los niveles de confianza como de desconfianza en diferentes sectores profesionales se mantienen estables desde 2019, y es que los niveles de desconfianza que algunas profesiones arrastran ya tendrían poco margen de crecimiento. Ese es el caso de la política, un sector que siempre ha sido muy poco fiable en la gran mayoría de países del mundo. De media, el 60% de la ciudadanía mundial afirma no confiar en las personas que forman parte de la política, siendo los profesionales que más desconfianza producen.
En segundo lugar, los ministros y ministros y gabinetes de los distintos gobiernos también son vistos con cautela a la hora de confiar en ellos. De media, un 53% de la población mundial señala que no confía en las personas que forman parte de su gobierno. Por otra parte, las personas que trabajan en publicidad cierran el top 3 de profesiones menos confiables, puesto que un 43% de media indica que no confía en los profesionales de esa industria.
Por su lado, en España se registran algunas variaciones respecto a la media mundial, no en el primer y el segundo puesto, donde la clase política sigue liderando la desconfianza, con un 72%, y ministros y ministras con un 62%. Esta cifra convierte a España en uno de los países del mundo que menos se fía de sus políticos y políticas, y el cuarto de Europa por detrás de Polonia (75%), Rumanía (74%) y Hungría (73%).
En el tercer puesto, encontramos a la gente que forma parte de órdenes religiosas cuya comunicación no consigue empatizar de forma real con las personas y, por tanto donde un 61% declara que no son de fiar, siendo éste el segundo porcentaje más alto de Europa tras Polonia (63%). Pero bien, la situación no mejora, con el mismo dato (61%), la ciudadanía española cree que las personas que trabajan en la banca no generan confianza, una cifra que en esta ocasión sitúa a España como el país del mundo que más desconfianza tiene en este sector.
Desconfianza en instituciones, ¿buena o mala señal?
En palabras de Jose Pablo Ferrándiz, Director de Opinión Pública y Estudios Políticos de Ipsos “de la solidez institucional deviene la fortaleza democrática. Siempre es esperable —incluso podría llegar a pensarse que, en ocasiones, es positivo— que exista cierta desconfianza ciudadana en sus instituciones: sería el reflejo de una ciudadanía informada, crítica y exigente. De hecho, esta desconfianza está más presente en democracias maduras y consolidadas que en otras menos afianzadas o que, incluso, en países con sistemas políticos autocráticos.
No obstante, el sistema democrático de un país puede verse erosionado si sus ciudadanos desconfían sistemáticamente de la mayoría de sus instituciones porque de la certeza que estas deberían generar se puede pasar a la incertidumbre y de ahí a la inestabilidad. No es, por tanto, irrelevante para el funcionamiento de una sociedad que los principales grupos e instituciones sociales que la vertebran inspiren a la ciudadanía un mayor o menor grado de confianza (y, por tanto, de credibilidad y respetabilidad).
En este sentido, el índice Global sobre confianza Institucional que publica Ipsos muestra, para el caso de España, una cronificación de la desconfianza en la política en general y en el gobierno en particular. Llevamos años instalados en este recelo permanente hacia estas instituciones con independencia del color político del partido en el Gobierno. Es un efecto más de la elevada y creciente polarización política que caracteriza a las democracias liberales en los últimos tiempos y que se acentúa más en los momentos de crisis. Y ahora estamos en una policrisis aguda: económica, política y social.
Las personas que se dedican a la ciencia y medicina, las que más confianza generan
Y bien, al igual que se ha demostrado en otros estudios, una vez más a nivel mundial, los médicos y las médicas son los que más confianza transmiten. De media, un 58% así lo afirma, manteniendo el mismo porcentaje que el año pasado, pero bajando 6 puntos desde 2021 y el fin de la pandemia. De la misma forma, se podría decir que también los científicos y científicas tienen un nivel similar de confianza a los ojos de la ciudadanía, ya que un 57% afirma que confía en ese tipo de profesionales, manteniendo también la misma cifra que en 2022. En tercera posición se quedaría, con un 52% de media, el personal docente.
En España existe una fotografía muy parecida, pero con ligeras variaciones. Respecto al año pasado, los médicos y las médicas pierden el primer puesto, bajando dos puntos, y quedándose en segunda posición con un 68% de personas que afirman confiar en estos profesionales. No obstante, junto con los Países Bajos, a nivel europeo, la gente de España es quien más confía en el trabajo que realizan.
La primera posición en este 2023 se la arrebatan los científicos y científicas, que lideran la clasificación de confianza con un 71%, un punto más que el año pasado. Una cifra que sitúa a España como el país europeo con mayor percepción de confianza hacia este perfil profesional. Por otro lado, en tercer lugar, se queda el personal docente con un 61%.
En definitiva, la reacción, la acción y las respuestas ofrecidas por científicos, médicos y profesores en estos tiempos de tanta incertidumbre sí han logrado transmitir confianza a la mayoría de los españoles convirtiéndose en algo habitual y en un sentimiento arraigado. Además,en este tipo de profesiones su comunicación se basa, habitualmente, en certezas científicas que hacen más creible su conversación.
Seguiremos informando…