Nos vemos cada vez que nos dejan para compartir nuestros secretos de verdad, los del corazón. En ellos hablamos de nuestros amados hijos, de la vida tan rara que les está por llegar, de lo mucho que queremos a nuestras madres y la vida tan jodida que han tenido. De tus hermanos que te adoran. De tu amada Irene…
Aquellos domingos que me llevas a ver exposiciones de cosas raras y cuadros que me cabreaban. Siempre te ríes, sacas el señorío, golpe de pañuelo y a seguir. Es divertido, porque te provoca y me provocas y al final todo queda en risas, entendiendo que a los dos nos encanta la obra y más aún, la puesta en escena que creamos. Son cientos las horas que compartimos hablando de Comunicación, de los nuevos modos de entender la sociedad, de tus cercanías y lejanías del mundo de la política, del que acabamos huyendo porque nada nos sirve.
Es saltar de un lado al otro, a la pata coja e intentando volver al equilibrio, para que nadie se dé cuenta. Un juego de niños, que es en el fondo por lo que nos queremos y reconocemos. Hoy me queda buscar el banco de las Salesas donde sentarme a hacerme unas risas.
La amistad declarada entre José Antonio Llorente y el mundo de la Comunicación y los comunicadores es conocida y sólo hace falta mirar su despedida, para concluir, que es un Grande para aquellos que amamos, conocemos y vivimos de y en este apasionante mundo. Pero Jall, como puedo leer hoy en El Mundo ha dejado en su amada LLYC su propio ADN, creando un grupo de profesionales consistente y que detrás del que es CEO Global de la compañía y amigo del alma de José Antonio, Alejandro Romero, sean capaces de llevar los sueños de su Fundador allá donde él quería.
Tendría que nombrar cientos de amigos en común, que seguro se unen a mi dolor por no poder tener más risas con Jall. Desde aquí mando un beso a mi querido amigo, a mi compartidor de ideas, a mi guardador de secretos, a un buen hombre que lo es y lo será mientras mi memoria ande por estos mundos.
Te quiero Jall. Un beso bro y adelante.
#YosoyADNJALL