El aprendiz de Ciudadano Kane acaricia sus cuadros a precio de perejil mientras da lecciones sobre retiradas profesionales a gentes que han pasado a la Historia, con mayúscula. Él, pobre hombre, pasará sin pena ni gloria, salvo por su viscosidad de servicio al Poder, bien remunerada, un pie aquí, otro allá y no me pises que llevo chanclas. Lo que Hacienda le crujió, Florentino se lo pagó, sabiendo que de fútbol tenía la misma idea que de física cuántica. Supuesto opinador independiente y director de una revista ministerial, por aspecto y talante sería el perfecto cochero de Vlad Dracul. ¡Qué papellón!