El divo gastronómico, ahora convertido en activista también, se ha pasado de la raya, según comentan en el periódico para el que guisa. Y es que una cosa es politizarse con los de fuera y otra sobrarse con los de dentro. “Se ha ido a estrellar con la vaca más sagrada del periódico”, aseguran. Mala cosa y mal enemigo, por mucho que el otro se tenga en alta estima. No se elogia una serie desmereciendo la opinión del crítico de tu cabecera, por mucho que te creas. “Imagínate que el otro hubiera dicho que lo que hace él en su blog es una mierda”, explican los que conocen el percal. Calma tensa y muchos a la espera mientras mojan el bizcocho en el café. Al fin y al cabo, es un asunto de ‘boyería’.