Se estima que entre 120.000 y 150.000 personas padecen Parkinson en España, un trastorno neurodegenerativo que afecta al sistema nervioso de manera crónica y progresiva, y que pertenece a los llamados Trastornos del Movimiento. Es la segunda enfermedad neurodegenerativa más prevalente en la actualidad, detrás del Alzhéimer, y es que cada año se diagnostican unos 10.000 nuevos casos en nuestro país.
Además, los pacientes tardan una media de entre uno y tres años en recibir un diagnóstico y se cree que hasta un 25 % de las personas diagnosticadas tienen, en realidad, otra enfermedad. Tal y como apunta el doctor Juan Álvarez-Linera Prado, neurorradiólogo jefe de Servicio de Diagnóstico por Imagen del Hospital Ruber Internacional, “la pérdida progresiva de las neuronas dopaminérgicas es la responsable de los síntomas de la enfermedad de Parkinson, entre los que destacan el temblor, la rigidez, la lentitud de movimientos y la inestabilidad postural. También pueden aparecer otros no motores, como la depresión, los trastornos del sueño, los problemas cognitivos o las alteraciones del olfato”.
En la actualidad, gracias a las técnicas más recientes, es posible identificar, de manera temprana, alteraciones específicas en la sustancia negra, una zona del cerebro implicada en el control del movimiento, facilitando así la distinción entre la Enfermedad de Parkinson (EP) y el temblor esencial. Este último se caracteriza por que el paciente sufre un movimiento rítmico o temblor en las manos, la cabeza, el tronco, las piernas, e incluso puede afectar a la voz.
Entre las técnicas punteras destaca la resonancia magnética de alto campo, que utiliza imanes con campos magnéticos más potentes en comparación con los utilizados en la resonancia magnética convencional. Según el Dr. Álvarez-Linera, en medicina, un campo magnético de 1.5 Tesla (T) es un estándar para la resonancia magnética, pero los sistemas de alto campo cuentan con campos magnéticos de 3 T o de 7 T. Precisamente, el Hospital Ruber Internacional ha sido el primer centro europeo en disponer de 3 T de cuerpo completo para uso clínico.
“Con la resonancia magnética de alto campo obtenemos imágenes de alta resolución y mayor contraste”, asegura el neurorradiólogo, quien añade que, además, utilizan protocolos o secuencias distintos en los que pueden modificar algunos de los parámetros de la máquina e, incluso, “fusionar datos que provienen de diferentes secuencias para obtener imágenes que nos permiten ver lesiones o detalles estructurales que no eran visibles originalmente”.
En ese sentido, la resonancia magnética de alto campo permite visualizar, con mayor detalle que las técnicas convencionales, estructuras relacionadas con la enfermedad de Parkinson, como la sustancia negra, los nigrosomas y la neuromelanina.
El futuro en el diagnóstico del Parkinson
Generalmente, asegura el Dr. Álvarez-Linera, el diagnóstico de la enfermedad de Parkinson es clínico, es decir, se realiza a través de una evaluación detallada de la historia médica del paciente y de un examen neurológico completo, que lleva a cabo un neurólogo experto en trastornos del movimiento. En ese sentido, la resonancia magnética o la tomografía por emisión de positrones, ambas pruebas de imagen cerebral, “son fundamentales para identificar posibles cambios en el cerebro y descartar otras enfermedades que imitan al Parkinson”.
El profesional subraya que el futuro del diagnóstico del Parkinson está no sólo en el uso de campos magnéticos de 7 T, sino también “en la Inteligencia Artificial, gracias a la cual se va a mejorar los protocolos en los campos de 3 T para poder extraer información de una manera más fiable y eficaz”.
En esa línea, el jefe del Servicio de Diagnóstico por Imagen del Hospital Ruber Internacional afirma que, en unos años, cualquier paciente que empiece a tener síntomas sospechosos de Parkinson podrá hacerse una resonancia magnética de alto campo como cribado, logrando así un diagnóstico precoz de la enfermedad.
Seguiremos informando…