Cursos, seminarios, másteres, postgrados… Los Asuntos Públicos están siendo objeto de estudio en universidades, agencias y organizaciones españolas de manera creciente, quizá por el vacío académico que hasta ahora ha existido en esta materia, quizá por la creciente demanda de estos servicios, o ambas, lo cierto es que cada vez hay más oportunidades para ver el lobby desde la teoría. ¿Ventajas? Todas…
Así nos lo cuenta David Álvaro García, director en Acento Public Affairs, profesor y especialista en marketing y comunicación política y empresarial, además de miembro de la Junta Directiva de la Asociación de Profesionales de las Relaciones Institucionales (APRI). Precisamente, ha dirigido el Seminario Ejecutivo Internacional de Public Affairs que acaba de llevar a cabo Acento, el Centro Iberoamericano de Comunicación, Política y Gobierno CICOMP, la Escuela ethos The Objective y The George Washington University. También forma parte de la iniciativa académica de APRI que ahora desarrolla su primer curso de Introducción al lobby.
“Si de algo suelen adolecer los sistemas educativos en las sociedades modernas es de ir uno o varios pasos por detrás del mercado laboral. Es casi un mal endémico que debería preocuparnos, especialmente en aquellas áreas de conocimiento que requieren de unas competencias, destrezas y habilidades que los espacios académicos vigentes no son capaces de cubrir en su totalidad. Y los Asuntos Públicos es un claro ejemplo de esto”, cuenta a PRNoticias, y así anima a quienes deseen incursionar en este sector.
Este año hemos visto varias iniciativas en este sentido, ¿está de “moda” o era ya una necesidad?
Es una clara necesidad fruto de la existencia de una elevada demanda que la oferta actual no es capaz de abarcar. Los asuntos públicos son un sector en evidente crecimiento, lo cual exige un mayor expertise. El servicio profesionalizado de asuntos públicos se ha democratizado como le sucedió hace décadas a la comunicación, al marketing o a lo jurídico, lo cual se traduce en una responsabilidad compartida entre el propio sector, las diferentes administraciones y la sociedad civil de dotarse de mecanismos garantistas que ofrezcan una mayor transparencia y rendición de cuentas. Y esto pasa, de manera inevitable, por una adecuada formación.
¿Qué es lo primero y fundamental que debe saber un profesional que desea incursionar en este sector?
Lo primero que tiene que saber es qué son los asuntos públicos. No hablamos de conseguidores, no hablamos de contactos, no hablamos de influencia… hablamos de estrategias, hablamos de análisis de escenarios, hablamos de construcción de narrativas y mensajes… hablamos, en definitiva, de profesionalidad. Hay que hacer mucha pedagogía para recordar los beneficios que ofrece la creación de espacios de entendimiento y las sinergias entre lo público y lo privado. Las sociedades más prósperas se construyen gracias al concurso de muchos intereses complementarios.
¿Algo más?
Que a la espera de una regulación del propio sector, algo que muchos profesionales llevamos demandando desde hace años (así lo demuestra el trabajo de APRI), somos los propios profesionales, de manera individual, los que debemos autoexigirnos los mayores índices de transparencia, honestidad, rigor e integridad.
¿En qué áreas de los Asuntos Públicos hay más déficit de profesionales? ¿Y en qué áreas se podría considerar que hay suficientes?
A día de hoy, me atrevería a decir que en todos los sectores hay un déficit evidente. A las empresas nos cuesta captar talento y perfiles con la preparación y la cualificación necesaria. Quizá en los sectores altamente regulados este desempeño está más normalizado, mecanizado y exista una tradición mayor, lo que dinamiza más el mercado y mantiene un menor déficit que en otros sectores o áreas donde la necesidad es palmaria y evidente.
¿Hacia dónde va el sector de los Asuntos Públicos en España?
Actualmente somos un sector muy pequeño en comparación con otros homologables o en comparación con otras culturas democráticas como podría ser la anglosajona. Apenas unos cientos de profesionales que, en muchas ocasiones, van rotando de una empresa o entidad a otra ante la dificultad de encontrar nuevos profesionales formados y preparados. La incorporación al mercado laboral de nuevos profesionales estabilizará el mercado y, sobre todo, visibilizará y normalizará una actividad que, no debemos olvidar, es tan antigua como la propia existencia del ser humano.
¿En qué contribuyen a este objetivo los nuevos espacios académicos que se están abriendo?
Podríamos decir, resumiendo mucho, que contribuye a tres objetivos claros. En primer lugar, a profesionalizar al sector, ofreciendo las herramientas y mecanismos adecuados para un buen desempeño laboral. En segundo lugar, ayuda a mitigar esa falta de perfiles y de talento adecuado para dar respuesta a las demandas existentes. Y en ultimo lugar, permite ofrecer claridad, diafanidad y transparencia, haciendo pedagogía sobre el desempeño de los asuntos públicos y disipando las dudas o sombras que pudiesen existir.
¿Algo que decirle a las universidades en este sentido?
No podemos quedarnos atrás. Los avances sociales, empresariales y geopolíticos exigen adaptarse a los nuevos paradigmas. Las universidades, como epicentros de conocimiento, deben estar preparadas para ofrecer lo mejor de sí mimas a aquellos que ansían aprender y formarse.
¿Y a los estudiantes?
A los estudiantes sólo les diría que apostar por la formación nunca es un error. Si las democracias más plenas son aquellas en las que el sector público y el privado suelen ir de la mano, las sociedades más libres y abiertas son aquellas en las que los individuos tienen mayores posibilidades de obtener conocimientos. Y los asuntos públicos aúnan estos dos elementos y requieren de personas con inquietud, con vocación y con valores, siempre dispuestos a apostar por un lobby en positivo.
Seguiremos Informando…