Fernando Giménez Barriocanal enfrenta 2024 con varias cuestiones a sus hombros. Y aunque su posición esté blindada -de lo que se ha encargado a lo largo de más de una década-, algunos de los pasos llevados a cabo por él o por sus pupilos no dejan de despertar resquemor entre sus ‘clientes’ con sotana.
Una de ellas es la decisión de haber prescindido de Montserrat Lluís, destituida como directora general en 2022, a causa de una de las intrigas habituales del manejador de los fondos económicos de la Conferencia Episcopal. Un personaje vidrioso, capaz de negar en su momento la negociación con Carlos Herrera, mientras mantenía conversaciones con el locutor. Un sujeto falsamente humilde y de un ego descomunal, para tan escasa envoltura humana, acostumbrado a segar la hierba a quien no le permita alcanzar sus objetivos y del que algunos obispos empiezan a estar hartos. Pero, esa es otra historia.
Lluís es una damnificada de esos tejemanejes, que llevaron a su salida como directora general de Trece y de las emisoras musicales del grupo episcopal. Sin embargo, la ‘reconversión’ de Lluís en la política, donde ha escalado hasta la posición de vicesecretaria de Vox y es considerada una de las voces más escuchadas por el entorno de Santiago Abascal. Lluís, además, ya se fogueó en la Junta de Castilla y León, templando las relaciones del pintoresco García-Gallardo con el entorno del Partido Popular.
Quienes conocen los cenáculos episcopales transmiten la misma sensación: no son pocos quienes consideran que la salida de Lluís fue una ‘cagada’ de Barriocanal. Y que, con dichas cotas de poder e influencia en un partido como Vox, habría que tentarse las sotanas.
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