Qué reconocido artista del mundo de la comunicación, las artes, las letras, la radio, la prensa, la televisión, los satélites y todo lo que está por llegar, además del telégrafo, el código morse y la escritura jeroglífica, se alineó, alistó y preparó a 20 uñas para recibir una última oferta después de haber grabado a los trabajadores de las coca colas gaseosas de su municipio. No era culpa de las latas, no era del gas, no era culpa de nadie… pero, se grabó. ¿Es lícito? o acaso ¿ético? Al rato se marchó a otra conocida agencia que mezclaba las mesas de trabajo con camas de trabajo, pero de otro tipo… ¿Había trabajadoras mujeres del mundo de la comunicación? Unas cuantas. Pues eso. Que algunos siguen confundiendo el celebrado cuadro de Don Diego de Silva y Velázquez, Las Meninas del Prado, con lo que se sacan en la intimidad para miccionar.