La enfermedad cardiovascular es la principal causa de muerte en el mundo por delante del cáncer, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Además, representa uno de los asuntos de mayor preocupación entre los expertos a nivel mundial. En la actualidad existen distintos procedimientos para abordar las complicaciones del corazón, como es el caso del balón farmacoactivo (BFA).
El doctor Jorge Palazuelos, responsable de la Unidad de Hemodinámica y Cardiología Intervencionista del Hospital Universitario La Luz, explica que “se trata de un balón de angioplastia, de reducido tamaño, que utilizamos para desobstruir las arterias del corazón. Va recubierto de un fármaco inmunosupresor que permite limpiar las arterias de una forma más controlada y segura. En algunas ocasiones, nos evita tener que poner un stent coronario”.
Normalmente, la técnica se realiza en pacientes o bien de alto riesgo, porque tienen comorbilidades (enfermedades asociadas que pueden predisponer a las complicaciones, como problemas de anticoagulación, hemorragias, ictus, insuficiencia renal, etc); o bien porque “los hallazgos angiográficos que vemos al hacer la coronariografía nos dicen que hay lesiones en vasos muy pequeños o lesiones muy largas, de mucha extensión, que afectan a bifurcaciones, a ramificaciones, a arterias que previamente tenían un stent (malla) y que éste se ha vuelto a ensuciar”.
Un procedimiento rápido y seguro
La técnica del balón farmacoactivo comienza cuando el cardiólogo clínico sospecha que el paciente tiene cardiopatía isquémica, “ya sea por los síntomas que presenta, por las pruebas de esfuerzo o por los otros test no invasivos que le ha pedido”, indica el Dr. Palazuelos.
De esa manera, el profesional remite al paciente a la sala de hemodinámica para que el equipo de expertos le realice una coronariografía diagnóstica, que les permite confirmar o no esa sospecha: “En caso de que se confirme que hay suciedad, esta prueba permite, además, tratar”, añade el facultativo. En ese sentido, subraya que “hablamos de intervencionismo coronario, percutáneo o angioplastia. Igual que en la coronariografía, en la angioplastia, normalmente, lo primero que hacemos es pinchar, con anestesia local, la arteria radial, introducimos una guía (alambre muy fino) que llega hasta el corazón y, a través de él, metemos un catéter, un tubo largo de plástico hueco. Con el catéter y el alambre que está en la arteria, introducimos el balón farmacoactivo para desobstruir las arterias”, detalla Palazuelos.
Si el paciente cumple los criterios mencionados, es decir, lesión larga, vaso pequeño, restenosis, bifurcación, etc., los especialistas, después de pretratar la lesión con un balón convencional, introducen un segundo balón, que va impregnado del fármaco inmunosupresor, “y ahí paramos el procedimiento, el tratamiento, es decir, no es preciso seguir y poner un stent o una malla”.
En cuanto a la recuperación, el Dr. Jorge Palazuelos asegura que es “muy buena y rápida porque, normalmente, el paciente viene un día al hospital y se le hace el procedimiento de manera ambulatoria”. Después de la intervención, se le pone un compresivo en la muñeca durante cuatro o cinco horas y, cuando el equipo de profesionales confirma que ya no sangra por la zona de punción, se le retira.
El alta hospitalaria se suele dar a las 24 horas. Sin embargo, el Dr. Palazuelos aconseja que los dos o tres primeros días el paciente “evite hacer esfuerzos físicos importantes con el brazo y, después, durante 15 días, aproximadamente, evite los esfuerzos intensos que se dan al correr o en el gimnasio para que la zona cicatrice y quede bien”.
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