La salida de Luis del Pino de Es Radio, la emisora de Federico Jiménez Losantos, era una crónica anunciada. La hostilidad manifiesta entre el propietario de la cadena y Vox, partido de referencia del locutor de fin de semana, sólo hacía posible dos soluciones: o ‘tragar’ y mantenerse en la parrilla de EsRadio o coger la puerta. La decisión de Del Pino, crecido a los pechos del turolense con su versión alternativa del 11-M, se incubó durante semanas y fue la guinda a un proceso que comenzó con la salida de Juan Carlos Girauta de EsRadio para abrevar en ‘El Debate’ de Bieito Rubido, el amigo de Cubanino Barroso.
Esta ocasión ha sido aprovechada por Vox y el complejo Ariza (Tizona Comunicación, El Toro TV…) para colocar una mina en el camino de uno de sus principales rivales mediáticos en el ámbito conservador. Hay, desde luego, condiciones políticas, pero también profesionales y personales. Pocos recuerdan ya que Ariza y Losantos fueron socios en la puesta en marcha de ‘Libertad Digital’ o que el de Teruel acudía a ‘El gato al agua’ que presentaba Antonio Jiménez -el director, en la práctica, era el dueño, hoy moroso, del emporio Intereconomía TV-. Ahora, sin embargo, y desde hace meses, las referencias de ambos se basan en duras críticas.
Uno y otro han pugnado por la influencia sobre Vox, pero en eso la batalla la ha perdido Losantos, que tardó tiempo en darse cuenta de que el partido de Santiago Abascal es un área de negocios del clan Ariza, con medios ‘oficiales’ -los de los Ariza– y controlado por una camarilla en forma de agencia de comunicación (Tizona) dirigida por dos personas de confianza del patriarca, su hijo Gabriel y Kiko Méndez-Monasterio.
Vacunas, Yunques y Olona
Las cosas no fueron bien pese a la relación correcta, en principio, entre Abascal y Losantos. No obstante, el asunto se fue agriando, primero a cuenta de las vacunas del COVID 19. La negativa de Abascal a responder sobre si se había vacunado, sacó de quicio a Losantos, atacado por los ‘antivacunas’ a los que consideraba el sector más radical de Vox.
Las hostilidades ya habían comenzado con anterioridad, con el mal rollo con los ‘aristogatos’, o sea el matrimonio Iván Espinosa de los Monteros y Rocío Monasterio. Pero hasta eso se arregló. Lo que no tuvo solución fueron los desencuentros posteriores. Losantos comenzó a disparar con la ametralladora dialéctica y aireó una presunta influencia del Yunque sobre Vox, poniendo en la picota al proyecto de 7NN. Curiosamente, dicho proyecto no hizo especial gracia al clan Ariza, que los vio como competidores. Durante meses, Losantos tomó una mínima parte por el todo, porque la verdadera influencia en Vox ha sido siempre la de la mafia de los Ariza.
Posteriormente, el de Teruel comenzó a enfocar el tiro en lo que muchos consideran que es Vox: un área de negocio de dicho clan. En by sus aledaños tampoco se quedaron cruzados de brazos y lanzaron todo tipo de improperios y acusaciones contra el locutor, haciendo hincapié en un presunto papel como vocero de Isabel Díaz Ayuso y del PP de Madrid. Lo que no dejaba de tener cierta guasa teniendo en cuenta el pasado de los Ariza y su Intereconomía, hoy en la picota por sus impagos. Pero esa es historia da para otro relato o para un libro.
Con ese panorama y la sensación en Vox de que Losantos había apoyado el libro de Macarena Olona, en el que se desvelan los tejemanejes internos del partido y la influencia de los Ariza sobre él, era inevitable que los más alineados en Es Radio con esa formación acabarán cogiendo la puerta. Losantos tampoco apostó por la mano izquierda. Aún se recuerda una dura crítica a Girauta, en la que le acusaba de estar buscando un puesto como eurodiputado por Vox. Era cuestión de tiempo que, tras la salida de aquél, le tocara el turno a Del Pino. Ahora, competirá por el mismo ‘target’ desde Radio Libertad… y El Toro TV. No hay casualidades y menos estando los Ariza por medio.
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