El Consejo de Odontólogos se ocupa y preocupa por comunicar a los consumidores dónde deben ir y dónde deben preguntar. Pero si realmente vigilan el mercado y los intrusos, como cuando señalan a Internet con la venta masiva de alineadores dentales en línea, ¿por qué sigue habiendo engaños por parte de profesionales que cobran cantidades indecentes sin ofrecer solución alguna, e incluso, ocasionando más problemas en la boca?
Son muchas las franquicias de cuidado dental que han estado envueltas en escándalos por las estafas a sus pacientes, como Funnydent, iDental y Dentix. Las franquicias acumulan más del 50% de las quejas y reclamaciones que recibe el Consejo General de Odontólogos, según datos publicados por el organismo. Sin embargo, siguen apareciendo constantemente más y más sedes de otras franquicias similares.
El problema es que muchos pacientes se quedan a medias en sus tratamientos y la pelota pasa de unos a otros. El Grupo Dentix, por ejemplo, se encargó de finalizar el tratamiento de cerca de 1.400 pacientes de Funnydent (franquicia que había quebrado), y finalmente esta quebró también. En el caso de iDental, la franquicia dejó a cerca de 400.000 pacientes a medias y sin su dinero. Vitaldent también ha estado envuelta en escándalos, entre ellos, por la detención de su directiva por fraude fiscal en 2016.
Pero ya no solo se trata de la caída de franquicias que dejan a medias a sus pacientes, sino que son muchos los gabinetes de profesionales odontólogos que, lejos de mejorar la salud bucal de sus pacientes, la empeoran con tratamientos, en ocasiones, innecesarios.
Sólo un ejemplo. Un conocido me cuenta que hace casi 20 años que se le movió una muela, y ese fue el inicio de un bucle de problemas dentales, pinchazos y dolor, consecuencia de la atención que había recibido por los profesionales de este sector.
De una a otra y tiro porque me toca
Esta persona acudió primeramente a una franquicia, Suavilaser, donde la doctora decidió que le debía quitar la pieza porque estaba mal, se movía. A los pocos días se le movió la de al lado, y otro profesional de la odontología decidió quitarle otras dos, por si acaso, como medida preventiva, porque sacaba uno y se caían dos.
Por recomendación de un amigo, fue a “las mejores doctoras del mundo”, un carísimo gabinete en el centro del Barrio de Salamanca de Madrid del que, finalmente, se marchó dejando 20.000 euros que no sirvieron para nada. De allí se llevó 12 endodoncias, realizadas por “el mejor endodoncista” de Madrid, a 500 euros la sesión, y que se le terminaron cayendo como un dominó.
De nuevo, siguiendo la recomendación de un cercano, visitó a un dentista, que no era precisamente el del Barrio Salamanca. 14 implantes, más o menos. Cada uno de un fabricante, desde los alemanes hasta chinos de tercera, y piezas por todos lados que no encajaban. Como resulta evidente, se tuvo que marchar de aquel gabinete, de nuevo, desdentado.
Se encuentra a un dentista joven, cirujano, profesor de universidad, etc. Le iban a quitar los implantes que sobraban, que eran casi todos, y colocarle un aparato fijo que ha quedado malamente bien.
Si hace 20 años le llegan a decir que su boca le iba a costar esa cantidad de dolor, pinchazos y más dolor, y le cuentan que en Internet le venden los dientes de sobra, se lo pensaría.
El Consejo de Odontólogos se preocupa por asesorar a los consumidores, pero ¿dónde se pueden quejar aquellos que se sienten engañados? ¿Cuál es el resultado de estas denuncias?
Seguiremos informando…
