Hay que preguntarse si las críticas lanzadas a Pablo Motos por Andreu Buenafuente meses atrás fueron espontáneas o respondían ya a que se estaba cocinando el fichaje de Broncano entre bambalinas. Buenafuente se ha vinculado claramente al ámbito ideológico de la izquierda. Está en su derecho.
El problema reside en que la operación que están desarrollando en TVE se paga a precio de oro con dinero público de todos los contribuyentes, sea cual sea su ideología. Esa ideología progresista, plasmada en sus monólogos, no le impidió, en su momento, aplicar un ERE en El Terrat que se saldó con el despido de 28 trabajadores.
Otro punto a tener en cuenta: el formato está agotado. Por otra parte, Buenafuente no ha sido capaz de hilar otra cosa que su propio espacio histórico. Todo lo que viene haciendo es una repetición de lo mismo. Después de los fracasos que ha tenido en sus últimas aventuras, apenas le ha quedado nada más que cobijarse bajo el manto de sus amigos: TV3 y Prisa.
El final de Late Motiv fue vendido por algunos de sus cercanos como un despido por motivos ideológicos. Puede ser, pero en todo caso hay dos precisiones: Movistar, como empresa privada, es dueña de juzgar cuál quiere que sea su línea editorial y, por otro lado, el programa cosechaba unos índices de audiencia mediocres para el coste del mismo.
Esta operación para hacer la competencia a Pablo Motos y elevar la figura de Pedro Sánchez ha dejado la imagen de RTVE por los suelos, al margen del sobrecoste de la misma. No obstante, Buenafuente ha visto en ella la oportunidad de resucitar El Terrat. Con dinero público, hay que repetir.
De todo esto no habrá un monólogo de Buenafuente. ¿Cuál es la diferencia entre Buenafuente y Alfredo Urdaci, condenas aparte? Que Urdaci hacía lo que hacía por cuatro perras y Buenafuente lo va a hacer por un pastizal de dinero público.
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