El 63% de los profesionales sanitarios no percibe la obesidad como una enfermedad crónica. Así lo refleja una encuesta realizada a nivel mundial por la red OPEN (Obesity Policy Engagement Network) a profesionales sanitarios y responsables de la toma de decisiones en materia de atención sanitaria. España, Italia, Alemania, Canadá, Australia, Brasil, Malasia y Turaquía han participado en la encuesta ‘Models of Care Survey’ con el objetivo de conocer cual es la situación actual de la obesidad y las percepciones que influyen en la prestación de dicha atención.
“Este dato no es más que el reflejo del desconocimiento sobre esta enfermedad que también existe a nivel social”, asegura la Dra. Susana Monereo, miembro de OPEN España y responsable de la Unidad de Obesidad, Metabólico y Endocrino del Hospital Ruber Internacional (Madrid).
En concreto, un 23% de los profesionales sanitarios clasifica la obesidad como un proceso reversible que consecuencia de malas elecciones personales habituales por parte de la persona. Para un 15% se trata de una enfermedad temporal causada por multitud de factores, y otro 14% la describe como un proceso reversible causado por las circunstancias que rodean al sujeto (bajo nivel socioeconómico, falta de espacios verdes, etc.). Por otro lado, un 9% se refiere a la obesidad como un proceso reversible causado por un mal estado de salud general.
Se estima que un 37,8% de la población española tiene sobrepeso y el 16% obesidad. Además, se prevé que esta cifra alcance el 29,4% para 2030. “Sin duda, una situación muy preocupante”, advierte la doctora Monereo, pero asegura que “estamos ante una de las enfermedades más prevalentes e infravaloradas, y menos diagnosticadas y tratadas de la historia”.
El estigma en torno a la obesidad también existe en la comunidad sanitaria
En la encuesta, el 38% de los profesionales sanitarios y el 35% de los responsables de la toma de decisiones en materia de atención sanitaria reconocieron tener prejuicios contra las personas con obesidad. “Un pensamiento que hay que cambiar dado que supone un obstáculo para el cribado y diagnóstico de la obesidad”, señala el Dr. Felipe Casanueva, miembro de OPEN España y profesor en Medicina de la Universidad de Santiago de Compostela. Como consecuencia, esto conduce a que los profesionales sanitarios hablen de manera proactiva de la obesidad con sólo la mitad de sus pacientes con signos o riesgo de padecerla.
Además, atendiendo a los resultados de la encuesta, otra de las asignaturas pendientes es la formación. Solo un 46% de los profesionales sanitarios asegura haber recibido 20 horas o más de formación en obesidad como parte de su formación médica. “La obesidad es el tercer factor prevenible que más reduce la calidad de vida”, señala el Dr. Casanueva.
Por otro lado, aunque la mayoría de profesionales de la salud reconocen que la atención de la obesidad no está bien organizada, estos disponen de guías de práctica clínica específicas sobre obesidad, pero muchos no las consultan al evaluar servicios relacionados con la obesidad.
Asimismo, como llama la atención el Dr. Casanueva, los profesionales sanitarios señalaron que el 57% de los pacientes diagnosticados de obesidad no la tienen documentada en su historia clínica como enfermedad crónica. “Se trata de una oportunidad perdida, ya que las investigaciones indican que un diagnóstico documentado de obesidad por parte de un médico es un paso importante para involucrar a las personas con obesidad en el control de su enfermedad”.
Atención personalizada
Atendiendo a los resultados del estudio, más del 70% de los profesionales sanitarios señalan la falta de tiempo y de recursos como los principales obstáculos para dar una atención adecuada a las personas con obesidad. Además, el mismo porcentaje afirmó que no se dispone de suficientes especialistas para atender a las personas con obesidad y, más de la mitad señalan que existen servicios relacionados con la obesidad que no están a disposición de todas las personas con obesidad.
La mayoría de profesionales del sector encuestados asegura que la obesidad no se trata como prioritaria en los planes sanitarios y que, a la hora de asignar fondos, se prioriza la prevención frente al tratamiento. “Es una enfermedad que genera más enfermedades, por lo que hay que dedicarle más tiempo y recursos a nivel social y sanitario. Es una realidad que impacta en todas las especialidades médicas”, concluye la doctora Monereo.
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