La tiroides es una glándula de aproximadamente 4 centímetros que se describe en forma de mariposa y que está localizada en la parte anterior del cuello. Se encarga de producir hormonas tiroideas (T4 y T3). Estas hormonas tienen implicación en múltiples funciones de nuestro metabolismo y en varios órganos. “Me atrevería a decir que casi a todo nivel”, señala la Dra. Alessandra Luque, especialista del Servicio de Endocrinología y Nutrición del centro médico-quirúrgico Olympia Quirónsalud. Por ejemplo, intervienen en la regulación de la temperatura corporal, la energía, la frecuencia cardiaca, el crecimiento o el ciclo menstrual en las mujeres, entre otros.
Si la glándula tiroidea “trabaja menos, produce menos hormonas tiroideas y conduce a un hipotiroidismo con todos los síntomas relacionados al déficit hormonal. Si, por el contrario, trabaja más, se produce un hipertiroidismo”, añade. Por eso, la especialista destaca que es importante que estas hormonas estén en los rangos adecuados dependiendo de la edad y necesidades de la persona, para que todo funcione correctamente.
Entre los factores que pueden afectar a la glándula tiroidea se encuentran los trastornos autoinmunes. En ocasiones, nuestro sistema inmunológico se equivoca y ataca a nuestros órganos como si fueran un “agente invasor”, como un virus o una bacteria. En este caso, “ataca a nuestra glándula tiroidea, produciendo anticuerpos dirigidos contra ella y provocando que trabaje mal. No siempre lo hace de golpe, sino que puede ser lentamente en el tiempo, pudiendo tener la persona los anticuerpos positivos, incluso con niveles muy altos, pero con las hormonas en rangos normales o mínimamente alteradas y, por lo tanto, no produce ningún síntoma relacionado a la tiroides”, explica la Dra. Luque.
Hipotiroidismo primario autoinmune o Enfermedad de Hashimoto
En el caso de que la glándula “trabaje de menos”, se produciría un hipotiroidismo primario autoinmune, más conocido como Enfermedad de Hashimoto, produciendo síntomas como falta de energía, aumento inexplicado de peso, piel seca, tendencia a estreñimiento, sensación de frío y caída de pelo, entre otros. Según la especialista, hoy en día, “esta es la causa más frecuente de hipotiroidismo en nuestra especialidad y la vemos muchísimo en consulta”. El diagnóstico se hace a través de una analítica.
No todos los casos de hipotiroidismo se tratan, ya que dependerá del grado, la edad de la persona o si se trata de una mujer embazada, entre otros factores. Si el paciente requiere tratamiento, “es muy fácil, simplemente debe tomar la hormona tiroidea sintética todos los días, en ayunas, para que se absorba correctamente, y de forma crónica”.
Hipertiroidismo primario autoinmuneo Enfermedad de Graves-Basedow
En el lado contrario, existe el hipertiroidismo primario autoinmune o Enfermedad de Graves-Basedow, en el que se da una mayor producción de hormona tiroidea y cuyos síntomas principales son las palpitaciones, pérdida de peso inexplicable, sensación de más calor del habitual, nerviosismo, temblores, insomnio, alteraciones menstruales y, “algunas veces, puede afectar a los ojos con exoftalmos u ojos saltones”, añade la experta.
Al igual que en el caso anterior, el diagnóstico se obtiene a través de una analítica, la historia clínica y, en caso de duda, “se puede confirmar mediante una gammagrafía de tiroides, una prueba de medicina nuclear que sirve para ver si la glándula capta o no el yodo. El tratamiento suele ser un fármaco antitiroideo durante 18 meses, idealmente”, detalla la doctora.
Bajos niveles de yodo
Los niveles bajos de yodo es otro de los factores asociados a las enfermedades de la tiroides, ya que es esencial para la producción de hormonas tiroideas. “Una deficiencia de yodo puede provocar trastornos tiroideos, como el bocio o crecimiento de la glándula tiroides, o el hipotiroidismo. La suplementación con yodo y la ingesta de alimentos ricos en yodo, como pescados, mariscos o huevos, entre otros, pueden prevenir estos problemas en áreas donde la deficiencia de yodo es común”, señala la doctora.
La especialista subraya que una forma controlada de poder consumirlo a diario es a través de la sal yodada, ya que “es importante el consumo de yodo en general, sobre todo en el hipotiroidismo, pero sin excederse porque, en grandes cantidades, puede ser perjudicial. Eso sí, estaría contraindicado en el hipertiroidismo”.
Cómo los tumores y la radioterapia pueden afectar a la glándula tiroidea
Los tumores también pueden afectar a la glándula tiroidea, ya que pueden formarse nódulos dentro de ella. En ese sentido, la especialista afirma que, “por suerte, la gran mayoría son benignos, solo un 5 % pueden ser malignos, de ahí la importancia de hacer una ecografía si hay sospecha de algún nódulo a la palpación física, antecedente familiar o antecedente personal, como la radioterapia cervical, por ejemplo”.
Estos tumores pueden afectar a la producción de hormonas tiroideas o causar síntomas compresivos en la tráquea, así como molestias para tragar, dependiendo de la localización y del tamaño, sobre todo. Por lo general, “si son benignos y asintomáticos, solo se hace seguimiento ecográfico, pero, si son grandes y causan molestias, se deben tratar quirúrgicamente o con tratamientos menos invasivos”.
Por su parte, la radioterapia es otro de los factores a destacar. En ese sentido, la radioterapia dirigida al cuello, comúnmente utilizada en el tratamiento del cáncer de cabeza y cuello, puede dañar la glándula tiroides y afectar a su función, provocando, en algunos casos, hipotiroidismo o mayor riesgo de cáncer de tiroides cuando se ha administrado en la infancia.
Medicamentos, infecciones y factores genéticos
Otro de los factores principales son los medicamentos, ya que pueden interferir con la función tiroidea. Por ejemplo, explica la doctora Luque, “el exceso de yodo en medicamentos utilizados en cardiología para tratar las arritmias o contrastes radiológicos yodados pueden desencadenar problemas tiroideos en personas susceptibles. También el litio, para el trastorno bipolar o, en el tratamiento del cáncer, la inmunoterapia, que se ha estado usando más en los últimos años, pueden alterar la producción de hormonas tiroideas”.
Las infecciones, sobre todo las virales respiratorias altas (cuadros catarrales en los meses previos) podrían causar una tiroiditis en algunas personas. “Se trata de una inflamación transitoria de la glándula tiroidea en la que uno puede notar dolor en la glándula importante con fases de hiper/hipotiroidismo, que suele resolverse con antiinflamatorios para el dolor y no es necesario tratamiento específico. Algo similar puede pasar tras un parto, pero sin dolor y sin el antecedente del cuadro viral, lo que llamamos “Tiroiditis posparto”, puntualiza la doctora.
Por último, los factores genéticos también tienen que ver con el desarrollo de enfermedades tiroideas, ya que la predisposición genética puede influir en la susceptibilidad a desarrollar trastornos tiroideos: “Las personas con antecedentes familiares de enfermedades tiroideas pueden tener un mayor riesgo. En general, las mujeres son más susceptibles de desarrollar enfermedades tiroideas que los hombres”, indica la Dra. Luque.
Tal y como concluye la especialista, es importante tener en cuenta que, algunas veces, los síntomas pueden ser inespecíficos, sobre todo si se presentan de forma aislada, pero, cuando se presenta más de uno, sería recomendable realizar una analítica con hormonas tiroideas.
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