Diferentes expertos han debatido sobre los problemas de salud que desencadenan las pantallas, las formas de detectarlos y algunas formas de abordarlos en la iniciativa “Pantallas y salud: desvelando los riesgos”. Esta está enmarcada en los debates de Responsabilidad Social corporativa (RSC) “Salud, Personas y Sociedad. FJD Talks”, organizados por la Fundación Jiménez Díaz para acercar a la sociedad cuestiones que inquietan o interesan a la población relacionadas con la salud y de la mano de expertos.
El debate acerca de este tema tan controvertido y actual ha contado con la participación de Marc Masip, psicólogo, experto en adicción a las nuevas tecnologías y fundador de Desconecta; y el Dr. Enrique Baca, jefe del Departamento de Psiquiatría de la Fundación Jiménez Díaz y catedrático de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid.
Definiendo el problema
El Dr. Enrique Baca ha comenzado afirmando que hay que separar las tecnologías del análisis de los usos positivos o negativos de las mismas. “Las pantallas, como cualquier tecnología o innovación, no son intrínsecamente malas. Lo perjudicial es usarlas mal porque pueden tener consecuencias negativas para la salud. Y lo cierto es que cada vez las usamos peor”, asegura.
El doctor en psiquiatría añade que no hay que dejar que el uso de las pantallas interfiera con nuestras funciones fisiológicas básicas, como comer, dormir o relacionarnos con otras personas. En el caso de los niños, indica, “es necesaria una supervisión”.
Alcance de los riesgos y efectos
Y es que, como ha señalado Masip, en el encuentro, mientras que hay aplicaciones de esta tecnología que resultan beneficiosas, como en el ámbito laboral, de la conectividad o el ocio, su uso incorrecto o excesivo (cuando escapa del control del individuo), “afecta a la educación (repercute en aspectos como la memoria, la capacidad crítica o el rendimiento escolar, entre otras), a la salud emocional (autoestima, intolerancia a la frustración…), al ámbito familiar (falta de conexión con el entorno y allegados) y al individuo en sociedad (dificulta o distorsiona las relaciones sociales…)”. Consecuencias a las que el Dr. Baca añadió las fisiológicas (problemas de sueño, trastornos de la alimentación, etc) y las mentales (afecta a la atención y puede favorecer pautas de acoso y conductas o intentos autolesivos o suicidas), por poner solo algunos ejemplos.
Por no hablar de la “pérdida de oportunidad” que suponen, al restar interés, tiempo y capacidad para invertir en otras actividades y hábitos saludables desde distintos puntos de vista, como las relaciones sociales presenciales, el deporte, el rendimiento escolar, la lectura.
La prevención, la mejor estrategia de abordaje
Ambos expertos coinciden en que “la mejor estrategia pasa por la prevención”, el cambio consciente de hábitos y la aplicación de pautas adaptadas a cada edad.
Una receta que se traduce, en el caso de los pequeños, en supervisión, normas de uso y límites, “necesarios y positivos en estas edades”, como ha recordado el jefe del Departamento de Psiquiatría de la Fundación Jiménez Díaz, para intentar cumplir en el mayor grado posible las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS): ningún contacto con pantallas por debajo de los 2 años; no más de 1 hora al día entre los 2 y los 4, y 2 horas máximo hasta los 17.
Con respecto a los adolescentes, y teniendo en cuenta que España es el país europeo con más adicción a Internet en este grupo poblacional, afectando a un 21,3% frente al 12,7% de media en el continente, la educación es la estrategia que más se acerca a la solución para “no confundir dato con información, conocimiento y sabiduría”, advierte el doctor Baca. Un ámbito en el que Masip plantea vías no exentas de controversia, como negociar con los jóvenes ‘contratos tecnológicos’ en los que los ‘castigos’ estén relacionados con el veto a las pantallas, pero los premios, en cambio, sean ‘analógicos’. Este también se ha pronunciado respecto a la edad de acceso al primer dispositivo propio en los jóvenes, “algo tan necesario como lo socialmente aceptado para conducir un vehículo, fumar o beber alcohol, pero más difícil de marcar para los padres”.
Finalmente, no hay que olvidarse de la población adulta. “Hay que educar con el ejemplo”, afirma Baca invitando a los asistentes al debate a seguir hábitos saludables tan sencillos como insonorizar y guardar el móvil en cajón a partir de determinada hora de la noche para disfrutar de la compañía física y real de nuestros familiares y seres queridos; y de paso, de un sueño reparador.
Seguiremos informando…