Este año y ya a finales de 2023, la industria española está dejando ver signos preocupantes debido al crecimiento de diversos cierres de fábricas de grandes compañías acompañados de grandes olas de despidos o ERE, como puede ser el caso de Bimbo, Danone o Ford, quienes por diversos problemas se han visto obligados a dar la espalda a sus trabajadores, una parte esencial de su valor de marca.
Pero bien, el problema no es tanto la situación de la empresa afectada, sino como esta es capaz de afrontar los momentos más difíciles, es decir, ¿cómo gestionar los despidos, los ERE o el cierre de alguna de sus sedes? Es una pregunta bastante difícil. Los despidos son una desafortunada realidad para muchas empresas. Pueden ser tremendamente desafiantes para los profesionales de recursos humanos (RRHH) responsables de gestionarlos y que deben ser capaces de apoyar a los empleados en momentos tan difíciles. Por tanto, saber como gestionar estos momentos, ayudará a minimizar el impacto negativo sobre la imagen de la compañía.
Por ello, tras la pandemia, LLYC, una de las consultoras más destacadas en el sector de la comunicación a nivel nacional, al ver las medidas tan complicadas que mucha empresas tuvieron que tomar en un momento de crisis económica generalizada, lanzó una propuesta de 5 ejes que ayudarían a las compañías a afrontar la restauración de la buena imagen corporativa en una etapa post ERE.
Recomendaciones para recuperar la reputación corporativa tras un ERE
En primer lugar, hablaban de hacer evidente lo que está sucediendo, es decir, “no dejemos que la información se quede en el logro del acuerdo (si es el caso) o en la cifra final rebajada de afectados comunicada por los trabajadores. Es la oportunidad de tomar la palabra y explicar en detalle en qué términos va a llevarse a cabo el ERE, qué medidas para reducir el impacto se han podido adoptar, qué coste supone para la empresa y, lo más importante, que demos cuenta de las primeras líneas del nuevo plan estratégico que comienza de forma paralela. La fotografía de situación tras el proceso negociador será la principal muestra de transparencia”.
En este sentido, LLYC lanzaba la segunda recomendación, tener la mirada puesta en el futuro, pero sin olvidar el pasado. Y es que, la etapa posterior al cierre de un ERE es el momento clave para recuperar las razones que han llevado a la compañía a reestructurar su fuerza laboral y articular con ellas el mensaje del plan estratégico a futuro. No se trata de negar la evidencia u ocultar el impacto del despido: “la dureza de la medida es un hecho, pero es tiempo de mirar hacia adelante”. Así, la comunicación de esta estrategia de continuidad, deberá ser realista y contar con objetivos y plazos claros.
Además, mientras la compañía está centrada en la estratgia a adoptar, hay que cuidar también lo interno para que se refleje en el exterior. Según afirmaban desde LLYC, “Toca pensar en aquellos que se quedan. Un ERE, especialmente si es de alta afectación, va a afectar irremediablemente al clima laboral interno de la compañía. Es hora de cuidar al máximo la comunicación interna y experiencia de empleado, activar el relato interno y trabajar el engagement de la plantilla para, poco a poco, ir mejorando ese ambiente”.
Y por último, es importante activar el plan de reactivación de relaciones con los grupos de interés y demostrar al público transparencia a través de la continua presentación de datos. “Será necesaria una comunicación externa apoyada en cifras que dé cuenta de la necesidad y utilidad de la medida, especialmente de cara al saneamiento de las cuentas”, afirman los expertos en reputación e imagen de LLYC.
Grandes compañías bajo la misma situación
Ahora bien, a pesar de los consejos, las recomendaciones y saber cuál es la mejor manera de llevar las situaciones más difíciles, las empresas siguen metiendo la pata con sus trabajadores en una situación empresarial en la que los números mueven a la reflexión.
Bimbo ha cerrado recientemente su fábrica ubicada en Valencia, que empleaba a 100 trabajadores, tras el cierre hace solo dos años de la planta de Madrid, que supuso 170 salidas, según la empresa. También Danone ha cerrado su fábrica de Barcelona, en plena transformación del consumo de lácteos y donde 157 empleados se han visto afectados.. La firma francesa ya cerró en 2022 otra planta en Asturias donde trabajaban 70 empleados.
Pero, no son los únicos que se encuentran enfrentándose a estas situaciones. La crisis de la fábrica de Ford en Valencia, que ha dejado de fabricar varios modelos, ya provocó un ERE para 1.144 trabajadores y los sindicatos no descartan más ajustes, a la espera de recibir nuevos modelos electrificados.
Además, cabe mencionar, como el sector eólico también está sufriendo una crisis a nivel global, pero que muy en particular está afectando a Siemens Gamesa. La firma ha anunciado que no dará beneficios hasta 2026. Concluyó un ERE para 352 personas de su área de oficinas, centradas entre Madrid y Zamudio (Vizcaya) y, actualmente, la compañía se plantea cerrar más fábricas o venderlas después de las clausuras de Aranda de Duero (Burgos) y de Aoiz en Navarra.
En definitva, con estos y otros muchos ejemplos como pueden ser los de Holaluz o Vodafone, se puede demostrar como, actualmente, la industria española se enfrentan a una crisis pero no sólo económica sino tambien de imagen que no está siendo capaz de afrontar puesto que está marcada por el silencio, el secretismo y por supuesto, la falta de apoyo hacia los trabajadores afectados, cuando, como bien afirman los expertos, es muy necesario que la industria española tenga un peso específico por la calidad de empleos que genera y retiene, para evitar que la economía se desequilibre y se apoye solo en los servicios.
Seguiremos informando….
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