Ha empezado el juicio contra Gonzalo Boye, abogado perejil de buena parte de los caldos gordos que se cuecen en este país, por colaborar en un presunto blanqueo con el ‘narco’ Sito Miñanco. Y lo ha hecho -victimización obligada al margen- con una advertencia previa que, quienes saben cómo se las gasta, no dejan de lado: acusando al Gobierno de ralentizar la entrada en vigor de la amnistía a los ‘indepes’, incluido su cliente Carles Puigdemont.
La declaración de Boye, que lo mismo te guisa en el independentismo más rancio y conservador que en la extrema izquierda en su variante pijita, no parece casual. Y más conociendo la importancia del impacto mediático. Al fin y al cabo, el abogado chileno, condenado por el secuestro del empresario Emiliano Revilla por cuenta de la banda terrorista ETA, sabe de sobra lo que es moverse en ese negocio.
El que fuera secretario del Consejo de ‘ElDiario’ del clan Escolar -una vela a Yoli, otra a Mañueco, y hagan juego, señores- sabe de qué va la vaina. Y a donde no llega él, manda a su pareja. Sobre todo si su familia cascona favorita se siente amenazada.
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