El liderazgo de TVE en junio no era una sorpresa en el sector. En realidad, era previsible y, de hecho, ha sido mucho más recortado de lo que se espera: tan sólo tres décimas de diferencia han separado a La 1 de Antena 3. Un partido ganado en el último minuto y gracias al juego de la Selección española en el último día del mes.
Porque algo sí que hay claro detrás de esa medalla obtenida por la cadena pública en junio: La 1 ha hecho uso del dopaje futbolístico para conseguirlo. La retransmisión de la Eurocopa ha supuesto un chute de audiencia a la cadena que, sin embargo, encubre una triste realidad: el análisis detallado demuestra que, salvo los partidos de fútbol, el resto de la programación se mantiene en encefalograma plano. Ni los informativos ni el entretenimiento ni la ficción de La 1 han aprovechado las sinergias derivadas de la Eurocopa.
El liderazgo de la pública es de cartón piedra. Un tigre de papel, que diría Mao. Cuando uno se asuma detrás, se encuentra la nada más absoluta. Los días sin retransmisión, la cadena no ha conseguido levantar su media de audiencia. A cuenta de los partidos, se ha arrasado con el resto de la parrilla, en una maniobra muy del expulsado José Pablo López: mover la parrilla sin el menor respeto por los productos o el espectador.
Detrás de todo esto, repetimos, se esconde una verdad incómoda para Concepción Cascajosa, presidenta de la Corporación: que no hay un proyecto serio y creíble, más allá del pan para hoy y del hambre para mañana. Eso, claro, y los contratos para las productoras de los amigos y los muñecos ventrílocuos agraciados por el dedazo del sanchismo.
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