Llorente y Cuenca o LLYC, como se renombró y es conocida tras su salida a Bolsa, ha desarrollado una serie de miradas de desconfianza en el mercado. Al parecer, la historia de liderazgo y crecimiento desmedido que la consultora especializada en comunicación y asuntos públicos ha vendido desde entonces se está viendo empañada por una realidad de compras basadas en el apalancamiento. Una situación que como bien ha demostrado la historia no suele tener como resultado el éxito.
En concreto, recientemente, la compañía liderada por Alejandro Romero ha anunciado un dividendo que poco menos roza lo cutre, en el entorno de los 2 millones. Un último ejercicio en el que ha consolidado una factura sobre los 100 millones de euros, con un beneficio de 8. Pues bien, con estos datos y tras tres años cotizando, es buen momento para hacer balance y ver como los herederos de José Antonio Llorente están lidiando con el legado.
LLYC ya no es una compañía sin deuda
A finales de junio se supo que la compañía firmaba un crédito sindicado con CaixaBank y Banco Santander por importe de 47 millones de euros, de los que 30 millones iban a servir para refinanciar la deuda existente tras las últimas operaciones corporativas, y los restantes 17 millones se dedicarían a nuevas adquisiciones.
Una cantidad de dinero llamativa que, según sostienen desde la empresa, se trata de una línea de crédito de la que disponer, pero con la que realmente en pocos meses han realizado inversiones por importe de más de 30 millones de euros demostrando el fin real de la parte mollar del crédito.
En este sentido, es cierto que la firma cerró el pasado ejercicio prácticamente sin deuda financiera, algo de lo que se hicieron eco y destacaban la mayoría de análisis bursátiles como el presentado en enero de 2024 por Lighthouse. Sin embargo, este año, en lo que va de ejercicio se han cerrado tres compras, consideradas estratégicas: en EEUU, Lambert, en Latinoamérica, se han fusionado con Dattis y acaba de cerrarse la compra de la consultora de análisis de datos Zeus, en España.
Todo, bajo la consabida bandera de la generación de valor y el crecimiento mediante operaciones inorgánicas mientras en LLYC hacen gala de la enorme generación de caja que posee la firma, y que permitirá, según ellos, acometer el pago de la deuda sin problemas. Pero, es indudable que estas compras han supuesto un claro trastoque del plan estratégico y el mercado está mirando con cierta desconfianza. Es decir, como afirman los expertos, “ya no pueden presumir de no tener deuda”.
Un senda con tendencia bajista en Bolsa
Si la compañía, nada más presentarse los resultados, subió más del 15% en Bolsa, desde sus mínimos históricos de principios de enero, desde entonces, ha vuelto a la senda bajista. Las adquisiciones no han seducido en exceso al mercado.
Además, el anuncio del dividendo de 0,172 euros tampoco ha sido un aldabonazo para presumir, ya que supone una rentabilidad por dividendo del 1,8%. Poco menos que testimonial, en unos tiempos en los que la Letra del Tesoro supera el 3%. Y no es que LLYC sea una eléctrica o energética que deba seducir al inversor con un elevado cupón, pero si se quiere presumir de fortaleza financiera… Y en ningún caso refleja los ratios de rentabilidad de las empresas de servicios profesionales; que es lo que realmente es. Al final, presumir de crecimiento y fortaleza de balance siempre es muy difícil, por no decir imposible.
Concretamente, LLYC salió a bolsa a finales de julio de 2021, es decir, antes de las vacaciones y por tanto, este 2024 se habrán cumplido tres años del bautizo bursátil de la compañía. Es decir, una responsabilidad con el mercado que recae sobre el equipo de liderazgo actual, porque el gran JALL ya estaba en su vital cruzada.
Pues bien, desde entonces, el descenso acumulado ronda el 25% y lo cierto es que la tendencia de fondo ha sido bajista siempre, pese a que el grupo tiene poco free float, del orden del 20%, lo que debería haber sido un buen colchón de caídas. Así, la compañía no ha estado nunca por encima de los 14,05 euros fijados como primer precio de cotización y en el momento de escribir esto, cotiza a 9,25, por debajo de los 9,39 establecidos como salida.
Al final, como siempre sucede, el primer día se las prometieron todos muy felices, con un precio de 12,4 y 144 millones de valor de mercado. Pero la realidad es que jamás volvió a tocar esos 14,05 del primer día, lo que hace pensar que en esos primeros momentos de cotización el efecto de los cuidadores del mercado fue el principal motivo de ese tono alcista.
Hoy, una de las consultoras que presume de su posición a nivel nacional, titubea en el mercado, a punto de perder la cota de los 100 millones de euros de capitalización, mientras promete más adquisiciones que deberán escalar y generar más valor. Situación que no compra el mercado, en un terreno como es el de los servicios profesionales donde el margen es fundamental para sobrevivir. Crecer a fuerza de adquisiciones ha sido siempre una cuestión harto complicada.
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