Con la llegada de septiembre, tanto adultos como niños deben enfrentarse a la dura realidad: las vacaciones han terminado y la rutina vuelve a imponerse. Este regreso puede ser especialmente desafiante para los padres, quienes a menudo se encuentran lidiando con los propios sentimientos de frustración y estrés por tener que dejar atrás la libertad del verano.
Sin embargo, es crucial recordar que los niños también están atravesando su propio proceso de adaptación y lo que menos necesitan es recibir las emociones negativas de los padres.
Aceptemos que volver a ver la cara a tu jefe después de las vacaciones, dejar el teletrabajo para ir a la oficina, madrugar, enfrentarte a los empujones y las carreras en el transporte público cuando justo ayer estabas tirado en una hamaca frente a la piscina…es complicado. Más si todavía hace calor y tienes a tus hijos de mal humor en casa.
El fin de las vacaciones supone el inicio de un periodo de transición tanto para adultos como para niños, que también se enfrentan a madrugones, zapatos apretados, cargar libros y pasarse horas sentados en un pupitre después de haber pasado casi tres meses sin parar y que empeora con adultos que están en casa de malhumor y no les comprenden.
La vuelta a la rutina puede ser estresante para ambas partes. En muchas ocasiones esta situación ya de por si complicada para algunos niños, se agrava por la propia frustración que los padres inconscientemente descargan en ellos, aseguran desde Desaprendiendo para Aprender, por eso es fundamental que los padres manejen sus emociones de manera saludable para no trasladar esa carga emocional a sus hijos.
Pero ¿cómo evitar trasladar esa carga mental a los niños para facilitar su proceso? Jose Ramón Fernández, Co fundador de Desaprendiendo para aprender lo sintetiza en cuatro etapas clave:
1. Reconoce tus Emociones: El primer paso para manejar la frustración es reconocerla. Permítete sentir y procesar estas emociones sin juzgarte.
2. Comunicación Abierta: Habla con tu pareja, amigos o un terapeuta sobre tus sentimientos. La comunicación puede aliviar la carga emocional y proporcionar nuevas perspectivas.
3. Planificación y Organización: Planifica con anticipación para reducir el estrés de la rutina diaria. Establece horarios realistas y delega tareas cuando sea posible.
4. Tiempo para Ti: Dedica tiempo a actividades que disfrutes y te relajen. El autocuidado es esencial para mantener un equilibrio emocional. Los niños también sienten (y puede que con mayor intensidad) el impacto del cambio de la libertad del verano a la estructura del año escolar.
Es vital que los padres comprendan y apoyen a sus hijos durante este periodo. Mada Guzmán, co fundadora de DPA, destaca la importancia de la Escucha Activa sobre cómo es su jornada, así como sus sentimientos.
Además, es crucial tener Rutinas Suaves que sirvan para adentrarnos de lleno en la vorágine del año escolar que comprendan también Actividades de Ocio para que los pequeños y mayores se relajen.
Pero “lo más significativo es ser el propio ejemplo ya que los niños aprenden observando a sus padres y si tú manejas el estrés de forma positiva ellos también sabrán hacerlo”. En este sentido José Ramón Fernández asegura que “los padres deben recordar que son el modelo a seguir para sus hijos.
“Manejar nuestras emociones de manera saludable no solo nos beneficia a nosotros, sino que también les enseña a nuestros hijos habilidades cruciales para su propio bienestar emocional.” Mada Guzmán, concluye en la importancia de la empatía en este proceso “Es esencial que los padres entiendan que sus hijos también están atravesando un momento de cambio. Mostrar empatía y comprensión puede hacer una gran diferencia en cómo los niños manejan la vuelta a la rutina”,
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