La revista Consumer informa que cada año se realizan en España cerca de 400.000 intervenciones estéticas, de las que, en torno a la mitad, son de tipo quirúrgico, según datos de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE).
Es decir, requieren de anestesia, quirófano y atención pre y posoperatoria. El estudio “La realidad de la cirugía estética en España 2022” revela un aumento de estas intervenciones del 215% con respecto a 2013. El auge en la demanda de este tipo de operaciones ha traído consigo la aparición de clínicas low cost , una opción que puede conllevar serios problemas de salud e incluso, en casos extremos, la muerte.
La seguridad, prioridad número uno
Los especialistas instan a los pacientes a que, antes de someterse a una intervención, tengan siempre presentes los requisitos esenciales que deben exigir tanto al profesional como al centro. “Insistimos en que todos los procedimientos se lleven a cabo conforme a las normas”, señala Isabel de Benito, cirujana plástica y presidenta de SECPRE. “Como en cirugía no hay riesgo cero y cabe la posibilidad de que haya alguna complicación, el especialista debe estar preparado para saber solucionarla y ponerle remedio”, explica De Benito.
En torno a la cirugía estética hay tres aspectos que siempre deben tenerse en cuenta antes de someterse a una intervención. Así los detalla Carmen Flores, presidenta del Defensor del Paciente: “Debe estar muy seguro de la capacitación del profesional, de la seguridad y el equipamiento del centro en el que se va a realizar la operación y de que las técnicas, materiales y procedimientos están perfectamente homologados”.
Profesionales cualificados y centros homologados
De Benito explica a la revista Consumer que “el riesgo del intrusismo está muy presente. Por eso, el paciente debe asegurarse de que el profesional tenga la cualificación necesaria”, explica. “En España, los títulos están muy regulados, los emite el Ministerio de Sanidad. En caso de que el profesional haya obtenido su titulación en otro país, deberá homologarlo aquí”, añade la doctora De Benito.
Junto a esto, el cirujano debe tener experiencia en el procedimiento. “El paciente no debe tener reparo en preguntar al profesional acerca de su capacitación y experiencia”, aconseja la presidenta de SECPRE. Con respecto a las intervenciones de medicina estética, la defensora del paciente, Carmen Flores, señala que “es un error creer que por el hecho de que sea un procedimiento menor no hay riesgos: un bótox, por ejemplo, si no está hecho por un profesional te puede paralizar la cara”.
La intervención debe realizarse siempre “en un lugar debidamente acreditado en materia de seguridad clínica”, advierte De Benito, que recuerda que, “aunque parezca que hacerlo en un sitio con menos aparataje implica que la cirugía es menos peligrosa, la realidad es la contraria: cuantas más medidas de seguridad tenga, mejor”. “Es importante comprobar que la clínica a la que se acude está legalizada y que disponga de quirófano, equipo de reanimación y UVI para cualquier eventualidad”, recuerda la defensora del paciente Carmen Flores.
Lo barato puede salir caro en una intervención de cirugía estética
“Hay muchísimas personas que, debido a su enorme deseo de operarse, solo miran el coste. Pero que sea tan barato te puede salir muy caro”, señala Flores. “Los precios baratos no son una buena idea en cirugía. Y, con respecto a los materiales que se van a utilizar, estamos viendo que hay personas que compran por internet el bótox y el ácido hialurónico” señala Isabel De Benito.
Por ello, desde el Defensor del Paciente recomiendan que, si le van a implantar algún producto o material, se solicite un documento firmado por el responsable de la clínica, en el que figure el nombre del producto, empresa, fabricante y distribuidora, número de registro sanitario y número de lote”.
El especialista debe guiarse por criterios éticos, aun cuando estos criterios supongan decir que no a un paciente. En este sentido, la doctora De Benito afirma que “el profesional no debe operar solo con pericia, sino también con ética. Su trabajo es orientar, aconsejar y explicar al paciente que hay cosas que técnicamente no se pueden conseguir o que en su caso no le convienen.
También, debe saber identificar a la persona que acude a consulta con un trastorno psicológico que le lleva a querer operarse pensando que así se solucionará su conflicto”. Con ella coincide Carmen Flores: “Los médicos deben desaconsejar las operaciones a quienes psicológicamente no están bien. Son personas que nunca se van a ver bien, tienen una insatisfacción que ningún cirujano le puede quitar”.
Intervenciones reclamables pero no denunciables
“Todas las cirugías tienen potenciales complicaciones, y eso no implica que haya habido una mala praxis, porque esto no es una ciencia exacta. Otra cuestión es que, por ejemplo, el paciente sufra una infección debido a que se ha operado en un gimnasio o en un centro de estética”, explica la presidenta de SECPRE. “No es fácil demostrar que el resultado de una operación de estética es desfavorable porque ha habido una negligencia”, señala Carmen Flores.
“Hay personas que vienen a la asociación y se enfadan porque les decimos que su caso es reclamable, pero no denunciable. Lo más honrado es explicarle que estos juicios son muy complicados de ganar porque hay un juez detrás que es quien va a decidir si realmente ha sido negligencia y fijar la indemnización.
Para evitar conflictos, la presidenta del Defensor del Paciente recomienda lo siguiente: “Si el cirujano asegura el resultado, exíjalo por escrito. En todo caso, recopile y guarde la publicidad realizada por la clínica si en la misma se prometen resultados satisfactorios. Es de suma importancia conocer las gravísimas consecuencias de un fracaso en una operación estética y se debe valorar que la publicidad no siempre es todo lo veraz que debiera.
La publicidad puede ser engañosa”. Igualmente, recomienda exigir “una información exhaustiva y muy detallada de los riesgos de morbilidad y mortalidad, incluso de aquellos más raros o excepcionales. Con ello evitaremos que la clínica, guiada únicamente por criterios mercantilistas, silencie las posibles complicaciones para atraer a sus potenciales clientes”, concluye.
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