Durante los últimos años hemos sido testigos y protagonistas de una transformación sin precedentes en la producción, consumo e intercambio de la información mediática y por tanto, de la manera de hacer comunicación, la cual se ha visto principalmente caracterizada por el “salto cualitativo” que supuso la irrupción de Internet o actualmente, de la inteligencia artificial.
Ahora bien, cuando hablamos de la irrupción de internet, nos referimos especialmente a la aparición de las redes sociales y la fragmentación del consumo de medios, que son los cambios que han tenido un mayor impacto significativo en la comunicación corporativa, obligando a las empresas a adaptarse a nuevas dinámicas, tecnologías y expectativas del público.
La era de la inmediatez
Pero, ¿cuál ha sido la principal consecuencia de los cambios en el ecosistema informativo? A diferencia de los años 80 o 90, las personas ya no solo consumen información y entretenimiento en más medios, sino que los consumen por menos tiempo: el zapping ha alcanzado dimensiones impensadas. Por tanto, la audiencia quiere y reclama inmediatez en la información por encima de la calidad de la misma.
Una dinámica evolutiva que supone amplios desafíos para quienes producen información ya sean aquellos que trabajan en una redacción, como los pertenecientes a una consultora. Por ejemplo, los primeros, las y los periodistas, hoy en día deben contar con un set de habilidades múltiples conectadas con el entorno transmedia; es decir, la capacidad de construir relatos relevantes en diferentes medios y plataformas, y que estos sean lo más breves posibles. Mientras que, por su parte, los profesionales dedicados a la comunicación deben ser expertos en datos para adaptarse a as necesidades de su público.
De esta forma, en la ecuación de la información en los tiempos de redes sociales, los medios tradicionales, prensa, televisión y radio, principalmente, rivalizan con la “instantaneidad” de las redes sociales que, como ya se ha mencionado, se han convertido en el principal medio de información para millones de personas alrededor del mundo. Un contexto en el que a pesar de que los medios suponen una esencial alternativa de información de calidad, todos acaban adaptándose en cierto modo a la actual necesidad de inmediatez.
Nuevas formas de relacionarse con los periodistas
El periodismo tradicional se ha visto impactado de tal manera por la digitalización, que se ha producido una caída en el número de publicaciones impresas, mientras el periodismo digital seguía y sigue creciendo. Algo que ha llevado a las consultoras a cambiar también su forma de trabajar, variando su manera de relacionarse con los medios, pues son conscientes de que los periodistas ahora buscan información en redes sociales y prefieren comunicados de prensa que vayan “al grano”, más interactivos o multimedia.
Además, se ha producido una fuerte disminución del tradicional gatekeeping: Ahora, la autoridad de los medios tradicionales como “guardianes” de la información ha disminuido. Las empresas tienen la posibilidad de estudiar el mercado, conseguir datos sobre su público objetivo y dirigirse directamente a este sin necesidad de intermediarios y a través de diferentes plataformas.
Ya, las consultoras, no solo actúan como mensajeros, sino que a través de una de sus principales herramientas, su red de contactos, filtran y adaptan la información para hacerla más atractiva y relevante para cada medio. Esto incluye ajustar el enfoque de las historias (televisión, prensa escrita, radio, plataformas digitales) y el perfil de la audiencia a la que se dirigen.
Auge de los medios propios
Por último, en la transformación del ecosistema mediático y en como esta afecta a las estrategias corporativas, hay que destacar el auge actual de los conocidos como medios propios. Las empresas han empezado a crear sus propios medios de comunicación (blogs, podcasts, canales de YouTube, etc.) para controlar su narrativa y no depender tanto de terceros.
A través de los medios propios, las empresas pueden crear y distribuir contenido directamente a su audiencia sin pasar por los medios tradicionales.Y además, las marcas pueden desarrollar comunidades leales en torno a sus canales de comunicación propios, lo que favorece la relación directa con el consumidor.
En definitiva, los cambios en la sociedad y por tanto, en los medios, obligan a las empresas a ser más ágiles, adaptativas y proactivas en su comunicación corporativa. La clave está en combinar estrategias tradicionales con herramientas digitales avanzadas, manteniendo una transparencia constante y gestionando la reputación en un entorno que evoluciona rápidamente.
La habilidad para interactuar de forma efectiva en múltiples plataformas y gestionar el impacto de la desinformación será crucial para mantener la relevancia y la confianza del público.
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