El envejecimiento progresivo de la población trae consigo cada vez más casos de deterioro cognitivo y aumentan las posibilidades de desarrollar la enfermedad de Alzheimer (EA). Sin embargo, a pesar de la prevalencia y carga de la enfermedad, existe una tasa significativa de infradiagnóstico. Esta situación dificulta su detección precoz y el inicio temprano de los tratamientos que podrían ralentizar la progresión del deterioro y mejorar la calidad de vida de estas personas.
Con el fin de identificar los factores asociados al deterioro cognitivo leve (DCL) y la enfermedad de Alzheimer a partir de datos de la práctica clínica habitual, se puso en marcha un estudio piloto. La investigación, liderada por Quirónsalud con la colaboración del Departamento Médico de Roche Farma en España, se ha llevado a cabo utilizando la información de más de 2.000 personas que acudieron a consulta por problemas cognitivos entre 2007 y 2022 a los servicios de Neurología de varios hospitales de Quirónsalud Madrid.
Según las principales conclusiones de este estudio observacional, la incorporación de factores como la edad, la apatía, la ansiedad y el nivel educativo en los modelos predictivos podría permitir la detección precoz y la intervención en el deterioro cognitivo. De ahí la importancia de su incorporación con vistas a favorecer la detección precoz y la intervención temprana en la EA.
Por su parte, el director general de Roche Farma en España, Patrick Wallach, ha recordado que esta enfermedad constituye una verdadera prioridad de salud pública: “En los países occidentales el coste de estas enfermedades eses comparable al del cáncer, las enfermedades cardiovasculares y diabetes juntos. Asimismo, una de cada tres personas mayores fallece con alzhéimer o alguna demencia y es la séptima causa de muerte a nivel mundial, por lo que es una prioridad de salud pública, tal y como ha subrayado la Organización Mundial de la Salud (OMS), siendo por tanto un motivo suficiente para que nuestra compañía tenga el foco en enfermedades como la mencionada, en la que existen tantas necesidades aún sin cubrir y en la que no dejaremos de invertir en investigación, pese a que algunas de nuestras moléculas no hayan logrado el objetivo deseado hasta la fecha”.
Detectar antes de que se manifiesten los síntomas
Uno de los principales retos para mejorar el diagnóstico y el tratamiento del alzhéimer sigue siendo la detección precoz del deterioro cognitivo. En este contexto, el doctor Rafael Arroyo, jefe del Departamento de Neurología de Olympia y los hospitales universitarios Quirónsalud Madrid y Ruber Juan Bravo, subraya que “hay que tratar de evitar el infradiagnóstico, ya que hay personas que cuando acuden a la consulta tienen demencias ya muy evolucionadas. Por lo que el mayor éxito es lograr la detección lo más temprana posible, incluso en pacientes presintomáticos, que es cuando los tratamientos pueden ser más efectivos. Hoy en día, con los nuevos avances y las herramientas de las que disponemos, estamos más cerca de conseguir que la detección sea cada vez más precoz”.
Con este objetivo se puso en marcha la investigación comentada, en la que se incorporaron variables como la Escala de Deterioro Global (GDS por sus siglas en inglés), que evalúa la función cognitiva, el cuestionario Neuropsiquiátrico (NPI), que valora 12 síntomas neuropsiquiátricos clave durante el último mes y las características demográficas. Según la GDS, 623 evaluaciones realizadas se clasificaron como cognitivamente sanas, 644 como deterioro cognitivo leve (DCL) y 966 como enfermedad de Alzheimer (EA). El grupo con EA era el de más edad y el que menos información tenía sobre la patología.
A todos los pacientes que acudían a la consulta por problemas de memoria o cognitivos, se les hacía una evaluación neuropsicológica completa y, a partir de modelos matemáticos, se localizaban qué factores podrían ser determinantes para que el paciente pudiera desarrollar una enfermedad cognitiva, cómo el Alzheimer. “Concretamente”, explica el doctor Arroyo, “la edad y la apatía aparecen como factores de riesgo en el desarrollo de DCL y la EA. Por el contrario, un alto nivel educativo actúa como factor
protector, ayudando a mitigar el deterioro. Asimismo, los antecedentes familiares, como ya se sabe, son un factor de riesgo importante para el desarrollo de EA. Por lo que la investigación futura debería tener como objetivo la recopilación sistemática y estandarizada de este tipo de datos para mejorar la fiabilidad y aplicabilidad de estas herramientas predictivas”.
Este experto también destaca que a partir de esta información se ha podido confirmar “algo muy importante, que es lo que llamamos reserva cognitiva de una persona y que está relacionada también con el nivel educacional. A mayor reserva cognitiva, menos probabilidad de sufrir este deterioro cognitivo”.
Por tanto, los próximos pasos que se van a llevar a cabo consisten en continuar enriqueciendo la base de datos comentada para poder mejorar el seguimiento de la evolución de cada paciente. “Contamos con muchos datos cognitivos y de conducta, a lo que sumaremos la información facilitada por los estudios con pruebas de neuroimagen y de biomarcadores. Todo ello nos ayudará a tener información muy relevante desde el principio, de personas con pérdidas de memoria que no responden a una enfermedad predeterminada, pero en las que podremos predecir su riesgo de desarrollar alzhéimer”, concluye este experto.
Por su parte, el doctor Jorge Mauriño, responsable del Área de Neurociencias de Roche Farma en España, ha insistido en el compromiso de esta compañía con las enfermedades del sistema nervioso central, “con especial foco en las neurodegenerativas, con programas de investigación en fase III en esclerosis múltiple, enfermedad de Alzheimer y párkinson. Un compromiso que pasa por transformar el diagnóstico y tratamiento de estas patologías a través del apoyo a estudios observacionales, como el que hemos presentado hoy, investigando en diferentes estadios de la enfermedad, así como en el desarrollo de biomarcadores”.
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