El suelo pélvico permite mantener la pelvis en una posición correcta y facilita su normal funcionamiento, además de ayudar a la estabilidad y el equilibrio de la pelvis y la columna lumbar.
Las principales situaciones en las que el suelo pélvico puede sufrir debilidad o lesión son el embarazo, el parto, la menopausia, o la realización de cirugías o enfermedades que afecten a los órganos pélvicos. Las disfunciones del suelo pélvico ocupan un lugar destacado dentro de las enfermedades crónicas no transmisibles.
La debilidad o lesión de los elementos que forman el suelo pélvico predispone, en especial a la mujer, a presentar afecciones a ese nivel que provocan, en muchas ocasiones, incontinencia urinaria y fecal, prolapso genital, problemas de estabilidad de la columna lumbar, dolor pélvico crónico, dolor durante las relaciones sexuales y falta de control de los gases.
En los hombres, los principales problemas son incontinencia urinaria, goteo postmiccional, dificultad para contener gases y heces, o disfunción eréctil. Problemas que, aunque no son vitales, pueden afectar en gran medida a la calidad de vida de quienes la padecen.
Se estima que las disfunciones del suelo pélvico afectan aproximadamente al 50 % de las mujeres mayores de 50 años y que entre el 3 % y 6 % de la población femenina desarrollará alguna de estas disfunciones en algún momento de la vida; entre los hombres, las disfunciones relacionadas con el suelo pélvico afectan a casi 2 de cada 10.
La prevención, una estrategia fundamental
Incorporar hábitos saludables que ayuden a evitar estos problemas, como pueden ser ejercitar los músculos de suelo pélvico y evitar el sobrepeso, el estreñimiento o los deportes de alto impacto, son medidas eficaces para la prevención de la incontinencia urinaria o los prolapsos.
Tratamiento
Todas las guías clínicas nacionales e internacionales establecen como primera línea de tratamiento de los problemas de suelo pélvico la fisioterapia. Dentro de estas técnicas, el entrenamiento de los músculos de suelo pélvico suele ser la más utilizada en la mayoría de los pacientes, aunque no la única, ya que depende siempre de la evaluación de cada caso. Entre otras técnicas se utilizan el biofeedback, la electroestimulación, la diatermia, técnicas miofasciales y más recientemente técnicas mínimamente invasivas como la electrolisis percutánea intratisular (EPI®).
En general los programas de Fisioterapia en Suelo Pélvico tienen alrededor de 12 semanas de duración, con una o dos sesiones semanales, en función de los casos. Transcurridas las 12 semanas se realiza una revisión y en función de los resultados el/la paciente continuará con un programa en domicilio, con un seguimiento en consulta o se dará el alta hasta nueva revisión después de 6 meses o un año. En otras ocasiones la fisioterapia puede acompañar a otras intervenciones como la cirugía o los pesarios.
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