La falta de eficiencia en el servicio de Renfe se ha convertido en un tema recurrente entre los usuarios. Retrasos constantes, cancelaciones sin previo aviso y una gestión operativa cuestionada a diario, que han puesto en evidencia las carencias de una de las principales empresas de transporte en España. Por tanto, a pesar de sus intentos de modernización y de los cambios en su equipo directivo, la experiencia diaria de muchos pasajeros refleja un sistema que parece incapaz de cumplir con las expectativas mínimas de puntualidad y fiabilidad.
Pues bien, a pesar de esta realidad, no es la primera vez que alguien de su equipo directivo echa balones fuera ante este tipo de incidencias. En esta ocasión, ha sido su presidente, Raúl Blanco el que en una entrevista concedida a El Economista, se ha centrado en resaltar las mejoras conseguidas, afirmando que la apuesta de la compañía es la “calidad”.
“Los resultados nos van dando la razón poco a poco. Han sido muy positivos entre enero y agosto, el Ebitda creció un 22%, se situó en torno a 223 millones, que son 40 millones más que el año pasado. Por tanto, esa es la línea” han sido las palabras de Blanco al hablar de los resultados obtenidos. Añadiendo que, “hemos empezado por ajustar al máximo nuestro gasto en todas las áreas de la casa. Y eso va acompañado del crecimiento de demanda, donde vivimos un buen momento. Ha sido el mejor verano de la historia para Renfe y el mejor mes de agosto de la serie histórica”.
Mientras que, respecto a todas las quejas recibidas de sus usuarios, lo único que reconoce es que deben mejorar “su eficiencia interna”, pero vuelve, una vez más, a quitarse responsabilidad por sus errores: “El compromiso voluntario de puntualidad de Renfe se creó en un entorno completamente diferente al actual. Somos tres operadoras a las que les pueden pasar incidencias, estamos en medio de un proceso intenso de renovación y ampliación de las infraestructuras y la gestión de la red es más compleja”.
Un nuevo comité de dirección para solventar los problemas
Ahora bien, es cierto que hace a penas cinco meses Renfe puso fin a una reestructuración de su equipo directivo con el objetivo de mejorar la gestión y eficiencia de su servicio. Esta medida buscaba hacer frente a las crecientes críticas por los retrasos, cancelaciones y problemas operativos que afectan la experiencia de los pasajeros. Por tanto, una renovación de su cúpula, con la que la compañía ferroviaria prometía optimizar su funcionamiento y recuperar la confianza de los usuarios.
Sin embargo, a pesar de esta iniciativa la realidad de Renfe sigue marcada por diversos problemas. Los usuarios continúan enfrentando retrasos frecuentes, cancelaciones inesperadas y una atención al cliente insuficiente, lo que genera frustración e insatisfacción. Así, la falta de mejoras tangibles en la puntualidad y la gestión operativa sugiere que, a pesar de los cambios internos, Renfe sigue sin cumplir con las expectativas de fiabilidad y calidad que demanda el servicio ferroviario en España.
En definitiva, muchos frentes abiertos y unas últimas declaraciones que únicamente llevan a los usuarios a esperar que las inversiones en modernización tecnológica, destacadas por su presidente, se traduzcan en menos retrasos y cancelaciones, una mayor eficiencia operativa, y una experiencia de viaje más fluida y cómoda. Asimismo, se espera que Renfe pueda adaptarse mejor a las necesidades actuales de movilidad sostenible, ofreciendo un servicio competitivo frente a otros modos de transporte.
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