La desinformación existe en nuestro día a día gracias, en parte, al gran uso de las redes sociales donde ningún experto contrasta las informaciones que se compartes. Sin embargo, las inundaciones provocadas por la DANA de Valencia han dejado tras de sí un terreno enfangado, perfectamente abonado para la proliferación de bulos.
Con el paso de los días, las noticias falsas se han multiplicado alimentadas por la atención mediática que ha generado la tragedia y especialmente por la reducción de la información suministrada desde las autoridades que gestionan la emergencia, como la relativa al conteo de personas fallecidas o a la labor de ONG, Asociaciones o autoridades en la zona.
Además, la sociedad está acostumbrada a ver los bulos en plataformas como TikTok, Instagram o X, que son un auténtico altavoz para la sociedad. Sin embargo, la realidad es que ha habido tal cantidad de personas opinando en las redes sobre la situación de Valencia que los bulos han llegado ha superar las redes pasando incluso a la gran pantalla y en horarios de máxima audiencia.
Algunos de los expertos consultados respecto a esta situación que todavía se está viviendo de desinformaciones sobre la DANA, en la que la mayoría de ciudadanos ya no sabe qué es verdad y qué no, mencionan la naturalidad con la que emergen los bulos, especialmente en momentos de emergencia, cuando el gobierno y los medios no resuelven las incógnitas que van surgiendo. Al final, “los bulos proliferan aprovechando la falta de información real y de certezas que le llega a la población.” afirman.
En este sentido, los expertos en comunicación subrayan también, que la información oficial se convierte así en la criptonita de los bulos, especialmente en casos como el de Valencia en el que están marcados por una parte tan emocional. Sin embargo, “cuando las fuentes oficiales no informan a la población como es debido y los datos no fluyen, la sociedad termina cogiendo las riendas”.
Estrategias de comunicación contra los bulos
Ahora bien, para luchar contra la desinformación resulta clave la coordinación entre tres actores clave: las empresas tecnológicas, la sociedad civil y las instituciones académicas. Pero, teniendo en cuenta siempre la comunicación estratégica como una de las herramientas clave en la lucha contra la desinformación, especialmente en situaciones que exigen un enfoque amplio de la misma.
Las campañas de desinformación no suelen limitarse a la difusión de noticias falsas, sino que suelen pretender la construcción de un relato malintencionado. De ahí la estrecha relación entre la lucha contra la desinformación y la comunicación estratégica, la diplomacia pública y la comunicación digital.
Por tanto, la comunicación estratégica permite diseñar y difundir mensajes claros, precisos y verificados que contrarresten rumores, noticias falsas y manipulaciones. Mediante un enfoque planificado, una buena estrategia de comunicación no solo protege la credibilidad de las instituciones y medios de comunicación, sino que también fortalece la capacidad de la ciudadanía para discernir información veraz, contribuyendo así a un entorno informativo más seguro y confiable.
Una buena comunicación implica la creación de mensajes bien estructurados, basados en datos confiables y presentados de manera accesible y atractiva para las audiencias. Esto requiere entender el perfil y las necesidades de la audiencia, anticiparse a la difusión de rumores o noticias falsas, y establecer una narrativa coherente que refuerce los valores de honestidad y responsabilidad. Además, promueve la colaboración entre instituciones, medios y expertos.
En definitiva, al fomentar una cultura de la información basada en la precisión y la transparencia, la comunicación estratégica se convierte en un pilar fundamental para combatir la desinformación y, en última instancia, preservar la salud de nuestras democracias y de la confianza pública.
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