Pedro Vallín está fuera de ‘La Vanguardia’ y la respuesta oficial que ha dado el diario del Grande de España suena como casi todo lo de esa Casa: a hojalata. El periódico favorito del ‘cosmopaletismo’ barcelonés ha indicado a otro medio que Vallín no acababa de encontrar su sitio. Ya.
Lo curioso es que lo haya encontrado durante todos estos años. ¿Qué cambió, en este caso, para que el redactor de Cultura pasase a mejor vida en dicho rotativo, al que tanto había aportado? Básicamente, las ganas que le tenían algunos y el hecho de haber dinamitado la línea oficial de ‘La Vanguardia’ sobre la crispación en redes sociales.
Cuentan los duendes de dicho periódico que lo que encabronó profundamente a la plana mayor ‘vanguardista’ fue que uno de sus redactores, abonado habitual a la polémica en X, tumbase el argumentario utilizado para marcharse de X.
“La reincidencia habitual en ese tipo de comentarios jocosos y el enzarzamiento con todo tipo de usuarios críticos no era la marca que quería transmitir ‘La Vanguardia’ en esta operación de abandono de la red de Elon Musk. Y en esas llega Vallín y la lía utilizando, además, una referencia a la DANA. Ahí se decidió el ‘game over’·, nos comentan los que conocen el funcionamiento del periódico.
Esos mismos son los que reconocen que no entienden cómo a Vallín se le dejó campar a sus anchas durante tanto tiempo. “Ha hecho lo que ha querido durante años y nadie dijo ni mú. Enric Juliana y él convirtieron la delegación madrileña de ‘La Vanguardia’ en una terminal mediática de Podemos. Y no pasó nada, nadie dijo una palabra desde Barcelona.
No dejaba de tener su guasa, por cierto, ver la esquizofrenia de que el periódico burgués de Cataluña, propiedad de un grande de España, le hiciera el caldo gordo a los que iban a haber la revolución pendiente. Luego, como suele pasar, cambiaron del amor al odio, y de glosar el corte de pelo de Pablo Iglesias al retirarse de la política, han acabado a palos”, constata otra fuente.
Sin embargo, en la protección de que ha gozado Vallín a lo largo de estos años, hay quienes sitúan a un personaje clave: Enric Juliana, el peculiar delegado de Godó en la capital madrileña, ahora bautizada por el sujeto, en otra de sus genialidades, como “Madrid D.F.”.
El Berlinguer de Mataró cubrió las salidas de tono de su pupilo durante mucho tiempo, a pesar de avisar al “arlequín” de lo peligroso de pasearse por el borde de la trinchera durante un bombardeo. El problema es que no contaban con que los bombarderos saldrían de sus propias posiciones. Aunque, como dijo aquel, siempre nos quedará ‘El Diario’ (no Red, que ahí no le tragan) del clan Escolar.
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