Las tecnologías de la información y la comunicación, o lo que es lo mismo, las TIC, se han convertido en aliadas clave en la carrera por la sostenibilidad empresarial. La digitalización ha permitido reducir el uso de recursos físicos, optimizar procesos y facilitar la toma de decisiones basadas en datos. Sin embargo, su impacto ambiental no está exento de contradicciones y desafíos.
El avance tecnológico ha impulsado medidas como la eliminación del papel en muchos procesos, el fomento del teletrabajo para reducir la huella de carbono y la mejora en la eficiencia energética de diversos sectores. Además, la capacidad de analizar datos en tiempo real permite a las empresas evaluar con mayor precisión el impacto ambiental de sus operaciones. Pero, ¿hasta qué punto las TIC están ayudando realmente a la sostenibilidad?
El crecimiento exponencial de la infraestructura digital también tiene un coste. Los centros de datos consumen enormes cantidades de energía, y la proliferación de dispositivos electrónicos genera toneladas de residuos difíciles de gestionar. El consumo de energía de los centros de datos a nivel mundial supone alrededor del 2% de la electricidad mundial, según los últimos datos facilitados del informe de IEA. Asimismo, y teniendo en cuenta los de grandes operadores, el uso mundial de electricidad de los centros de datos en 2021 fue de 220-320TWh, es decir, alrededor de entre el 0,9% y el 1,3% de la demanda final de electricidad mundial. Estos datos se suman a la la falta de transparencia en la comunicación de estos impactos, generando escepticismo.
Aquí es donde entra en juego la comunicación corporativa. En un contexto en el que el greenwashing amenaza la credibilidad de muchas marcas, la claridad y la honestidad en la divulgación de estrategias sostenibles son más necesarias que nunca. Las empresas no solo deben reducir su huella ecológica, sino también demostrarlo con datos verificables y mensajes transparentes.
Las TIC también han revolucionado la forma en que se informa sobre sostenibilidad. Redes sociales, plataformas digitales y herramientas interactivas han democratizado el acceso a la información, empoderando a los consumidores y generando una mayor presión sobre las empresas para adoptar modelos más responsables. Este cambio en la comunicación ambiental tiene el potencial de transformar hábitos de consumo y reforzar el compromiso social con la lucha contra el cambio climático.
Y es que el verdadero impacto de las TIC en la sostenibilidad dependerá de cómo se utilicen y cómo se comuniquen sus avances. La industria tecnológica tiene el reto de reducir su propia huella ambiental, mientras que el resto de sectores debe aprovechar estas herramientas con coherencia y responsabilidad.
¿Cuáles son los retos?
Aunque la sociedad ha adoptado una mentalidad más consciente sobre la necesidad de frenar muchas prácticas dañinas para el medioambiente, el sector tecnológico aún enfrenta importantes retos en este ámbito. La producción de dispositivos electrónicos y el desarrollo de infraestructuras requieren una gran cantidad de recursos naturales, lo que conlleva impactos como la deforestación, la contaminación del agua y la degradación del suelo. A esto se suma la generación masiva de residuos electrónicos debido a la rápida obsolescencia de los productos, lo que implica riesgos ambientales y para la salud por la presencia de sustancias tóxicas como plomo, mercurio y arsénico.
Otro desafío clave es el alto consumo energético del sector, que contribuye significativamente a las emisiones de gases de efecto invernadero, como ocurre con la minería de criptomonedas o el funcionamiento de grandes centros de datos. Además, los procesos industriales involucrados en la fabricación de componentes electrónicos emiten contaminantes que afectan la calidad del aire y del agua. Mejorar la gestión de estos impactos es esencial para que la tecnología avance de manera sostenible y minimice su huella ecológica.
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