En el marco del 8M, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, LLYC lanza la campaña SIN FILTRO para rescatar la conversación sobre igualdad, animando a personas influyentes en los 12 países donde está presente a publicar en sus redes sociales su fotografía vandalizada, con mensajes cubiertos de insultos y tachones en rojo que los vuelve ilegibles.
La campaña se pone en marcha a raíz de las conclusiones del informe SIN FILTRO en el que LLYC ha analizado cómo las redes sociales se han consolidado como una herramienta de ataque contra el discurso feminista y qué hay detrás de estas comunidades. Además, el estudio identifica las principales justificaciones de los contrafeministas para rechazar el movimiento -como la idea equivocada de que la causa ya ha ido demasiado lejos, o la percepción de la pérdida de privilegios entre el colectivo masculino-, así como las estrategias que emplean los diferentes grupos para defender sus ideas.
Según la investigación, el discurso antigualdad es más endogámico y prevalecen argumentos basados en la desinformación y la descalificación. Recurren a los insultos 3 veces más que el bando feminista y en la mitad de todos sus mensajes siempre utilizan términos connotativos contra los que no piensan como ellos, sin aportar alternativas.
Para realizar este informe, LLYC ha analizado la conversación en X en 12 países de Latinoamérica, Europa y EE. UU., lo que ha permitido estudiar 8,5 millones de mensajes de ambas comunidades. Además, se han contrastado los hallazgos con estudios de instituciones reconocidas y medios de comunicación que respaldan la información obtenida. La investigación ha empleado técnicas avanzadas de Aprendizaje Automático (Machine Learning), clustering y procesamiento de lenguaje natural, así como métricas de dispersión para analizar la distribución de cada comunidad y análisis de sentimiento para identificar las emociones en la conversación.
“Se trata de visibilizar aquellas perspectivas diversas que suelen quedar opacadas en el debate. Más que ocultar posturas extremas, el objetivo es evidenciar cómo en las redes sociales predominan mensajes cortos, virales e irreflexivos, lo que contribuye a una conversación polarizada. En este contexto, muchos colectivos quedan silenciados, y lo que buscamos con esta iniciativa es darles valor y espacio en el debate público”, explica a PR Noticias Luisa García, Socia y CEO Global de Corporate Affairs en LLYC y coordinadora del informe.
El estudio destaca que las redes sociales han amplificado la polarización de género, favoreciendo la propagación de discursos machistas, especialmente entre los hombres jóvenes, que están cada vez más inclinados a discursos antifeministas. Para abordar este fenómeno desde la comunicación y evitar que más jóvenes caigan en narrativas machistas sin que se sientan atacados o excluidos del debate, García explica que “hay que dar más visibilidad a todos los puntos de vista, especialmente a la experiencia de los hombres que viven con naturalidad y disfrutan en una sociedad más igualitaria y diversa. La dinámica que evidencia “sin filtro” es que todos esos públicos escépticos o con dudas están mucho más expuestos a las visiones más radicales, por lo que si se sienten atacados o excluidos, la conversación social les va a reforzar en esos planteamientos en lugar de acompañarles para tener una mirada más amplia y abierta”.
Las 10 principales conclusiones del informe
En países donde el feminismo tiene mayor presencia en la agenda pública, la conversación es más diversa y moderada. En los territorios con menos debate sobre igualdad, el discurso contrafeminista es más agresivo, por ejemplo, en Brasil o España, la radicalización de la comunidad contrafeminista supera el 80%. Mientras, en países como Colombia o Argentina, donde la conversación es más equilibrada, la comunidad feminista es un 55% más diversa que la antigualdad.
El contrafeminismo se define por ser un bando menos diverso y más radical. En países como Chile, España y EE. UU., más del 75% de los discursos antifeministas provienen de comunidades altamente homogéneas, sin diversidad interna. Además, en Brasil y EE. UU., el 85% de estos mensajes están vinculados a ideologías de derecha o extrema derecha, mientras que en Chile y Colombia un tercio asocia el feminismo con ideologías extranjeras, reforzando una percepción de injerencia política y cultural.
Las RRSS se han consolidado como una herramienta de ataque. Gran parte del discurso contrafeminista se basa en la deslegitimación a través de ataques y estereotipos. En Argentina, uno de cada cinco mensajes contrafeministas usa términos para desacreditar a las feministas como “puta” o “mal cogida” y otros como “lesbiana”, empleado con un intento de menosprecio y en sentido peyorativo. Por otra parte, en España y EE. UU., los ataques se centran en su apariencia. En X, los detractores recurren a la ridiculización y la exageración para presentar el feminismo como extremista, usando un tono satírico y sectario que dificulta el diálogo.
Los escépticos del feminismo tienen más probabilidad de caer en el discurso antifeminista. En redes, el 98% de los perfiles contrafeministas ya están radicalizados, y quienes dudan tienen 1,6 veces más probabilidades de caer en discursos extremistas que de abrirse a la igualdad. Esta tendencia es especialmente fuerte en Chile, Colombia, EE. UU., España y Argentina, donde las comunidades antifeministas están más organizadas. En contraste, el feminismo sigue siendo más diverso y moderado; en España, por ejemplo, los defensores de la igualdad superan en siete veces a los escépticos moderados.
La radicalización de la conversación puede estar influyendo en que los hombres jóvenes se acerquen peligrosamente hacia el bando contrafeminista. Mientras las mujeres jóvenes se consolidan como el grupo más feminista y políticamente activo, un creciente número de hombres jóvenes adopta posturas conservadoras. En Alemania y el Reino Unido, la brecha ideológica de género supera los 25 puntos, y en Corea del Sur y China es aún mayor, con movimientos que rechazan cualquier vínculo con los hombres en protesta contra el patriarcado.
El bando contrafeminista cree que el movimiento es un peligro para la familia y los valores tradicionales. El 17% de la comunidad antigualdad considera al feminismo una amenaza para la familia y los valores tradicionales, mientras que el 15% cree que distorsiona la jerarquía que debería regir la vida de las mujeres. Sin embargo, la verdadera amenaza no es el feminismo, sino la falta de corresponsabilidad y equidad. Las mujeres aún dedican tres veces más tiempo que los hombres a tareas no remuneradas, según la OIT, y un 38% de las madres en EE.UU. y Canadá habrían tenido que abandonar sus empleos sin opciones de trabajo flexible, según McKinsey.
Las redes sociales han amplificado la polarización de género, favoreciendo la propagación de discursos machistas, especialmente entre los jóvenes. Los algoritmos de plataformas como X e Instagram priorizan la viralización de mensajes breves, como videos y memes, que simplifican y distorsionan temas complejos. Esto ha creado un terreno fértil para los discursos antifeministas, donde las reacciones rápidas amplifican la resistencia al feminismo. Un ejemplo claro de ello es el apoyo del 30% de los hombres de entre 16 y 29 años hacia las ideas promovidas por Andrew Tate, un influencer y exboxeador británico acusado de violación y tráfico de personas, que se autoproclama misógino.
La polarización ideológica varía según el contexto local, con una creciente división entre comunidades. En Chile, tanto el feminismo como el movimiento contrafeminista son sorprendentemente homogéneos, siendo el feminismo tres veces menos diverso y el contrafeminismo cuatro veces menos diverso que el promedio global. En contraste, Ecuador destaca por su mayor pluralidad, con un feminismo un 55% más diverso y un contrafeminismo un 22% más variado.
La presencia de figuras públicas en el debate feminista está intensificando la polarización social. Las comunidades con mayor concentración de perfiles públicos, especialmente en el sector antigualdad, muestran una radicalización que alcanza entre el 55% y el 70% de las posturas. En países como Colombia, el feminismo se mantiene más moderado, mientras que en España, las figuras públicas feministas adoptan una postura más confrontativa.
Una percepción errónea común es que el feminismo otorga ventajas injustas, como las cuotas de igualdad, interpretándolas como “trato preferencial”. Sin embargo, las mujeres ocupan solo el 25% de las posiciones en alta dirección, lo que refleja la persistencia del techo de cristal. También se cree que el sistema judicial favorece a las mujeres, especialmente en casos de violencia de género, pero por ejemplo, en España, solo el 0,001% de las denuncias en 2023 resultaron ser falsas. Estas distorsiones contribuyen al rechazo al feminismo y frenan la lucha por la igualdad real.
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