Las últimas semanas han sido de las más convulsas en la historia del grupo Prisa. La televisión que querían lanzar los afines al Gobierno se quedó en un mero intento, pues Joseph Oughourlian, máximo accionista de la compañía, se negó en redondo a financiarla.
Una decisión tajante cuyo acierto ahora confirma el mercado. Las acciones de Prisa se han revalorizado un 30% en el último mes, coincidiendo con la guerra civil desatada en Prisa y las maniobras del Gobierno por hacerse con el control.
Actualmente, la acción se intercambia por 0,50 céntimos. Un escenario del todo improbable hace algo más de un año, cuando Prisa acumulaba una deuda financiera superior a los 800 millones de euros. El mercado premia así la independencia de Prisa, línea que ha defendido Oughourlian a capa y espada.
El inversor franco armenio ha batallado contra los accionistas afines al Gobierno, liderados por Andrés Varela Entrecanales, quienes trabajaron en la sombra para obtener la licitación TDT que el Gobierno está a punto de sacar a concurso.
Una guerra sin cuartel
Al menos hasta la fecha, Oughourlian ha ganado la guerra. No obstante, no son pocos los intentos que están haciendo desde la Moncloa para desterrarle. El escenario accionarial de Prisa es complejo. Al margen de los accionistas cercanos al Ejecutivo, existen empresas como Vivendi cuyos votos podrían cambiar.
Precisamente en ello trabaja ahora la dirección de Prisa, con Pilar Gil a la cabeza. La recientemente nombrada nueva CEO del grupo busca convencer a Vivendi para reforzar su confianza y ahuyentar los cantos de sirena procedentes de la Moncloa.
La cúpula de Prisa -ya sin Carlos Núñez como uno de los pesos pesados- también busca convencer a otros accionistas minoritarios como el Banco Santander, cuya postura es neutral, o el mexicano Carlos Slim, quien cuenta con un 7% de las acciones del grupo.
Entre tanto, desde la Moncloa hacen lo propio, especialmente con Vivendi, como adelantó el diario francés Le Point. La intención del Gobierno es hacerse con el control de Prisa tal como ya hizo con Telefónica, eliminando a José María Álvarez Pallete para colocar a un afín como Marc Murtra.
La guerra mediática es total y la voracidad del Gobierno de Pedro Sánchez no conoce límites. Se esperan meses muy convulsos en lo que respecta a los medios de comunicación, un factor clave para la Moncloa, deseosa de acallar las críticas y ganar para su causa al mayor número de diarios, radios y televisiones como sea posible.
Seguiremos Informando…