La distinción entre las exacerbaciones del dolor crónico no oncológico y el dolor irruptor oncológico fue un tema central en la mesa redonda ‘Reagudizaciones en el dolor crónico: un nuevo paradigma’. Este evento, moderado por el Dr. Enrique del Cojo Peces (Quirónsalud/MIVIsalud, Cáceres), se celebró en Valladolid con la colaboración de Grünenthal, en el marco de las V Jornadas de dolor en Atención Primaria de la Sociedad Española Multidisciplinar del Dolor (SEMDOR).
Las reagudizaciones en el dolor crónico se caracterizan por un incremento del dolor (de moderado a intenso) sobre un dolor crónico controlado, con una duración variable y en la misma localización.
Aunque a veces tienen una causa identificable (incidental), como la exacerbación de un acuñamiento vertebral por actividad inusual, en muchos casos su origen es desconocido (idiopático), según explicó la Dra. María Dolores Bedmar Cruz (Hospital Universitario de Fuenlabrada y presidenta de la Sociedad Madrileña del Dolor). La doctora enfatizó la necesidad de descartar otras causas de dolor o factores influyentes como el estrés o los cambios de tiempo.
En contraste, el dolor irruptor oncológico se define como un dolor de inicio súbito, alta intensidad y corta duración que aparece sobre un dolor oncológico basal controlado. La reagudización del dolor crónico no oncológico, sin embargo, se desarrolla de forma más gradual y persiste por más tiempo. Por ello, los profesionales sanitarios deben individualizar el tratamiento, considerando al paciente de manera integral (aspectos psicológicos, sociales y biológicos).
Los expertos señalaron que un 36% de las personas con dolor crónico no oncológico experimentan reagudizaciones, afectando a hombres (37%) y mujeres (34%) de forma similar, según el estudio CRONO. Ante estos datos, se subraya el papel fundamental de la Atención Primaria (AP) como primer punto de contacto para estos pacientes. Su accesibilidad y la posibilidad de un seguimiento continuo son ventajas clave.
La Dra. Carmen Gallego García (Centro de Salud Just Ramírez, Valencia) destacó que el dolor crónico requiere un “control frecuente” por parte de la AP, algo difícil de ofrecer en otras especialidades con visitas más espaciadas. Subrayó la importancia de conocer las patologías, antecedentes y medicación del paciente para evitar interacciones.
Finalmente, se resaltó la necesidad de colaboración entre las Unidades del Dolor y la Atención Primaria para que los médicos de AP conozcan las técnicas y opciones de las unidades, permitiéndoles evaluar si un paciente puede beneficiarse de tratamientos adicionales. La Dra. Gallego enfatizó la importancia de formar a los profesionales de AP para aplicar técnicas en la consulta y mejorar el manejo del dolor en estos pacientes.
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