Las tecnologías emergentes prometen transformar la sociedad rápidamente, pero el relato que las acompaña no avanza a la par. Según el nuevo estudio Hotwire Frontier Tech Confidence Tracker, elaborado por la consultora de comunicación Hotwire Global junto a la firma de investigación Opinium, existe una profunda desconexión entre cómo perciben los líderes empresariales y los ciudadanos el impacto de estas tecnologías, y buena parte de esa brecha tiene que ver con la comunicación.
El informe, que analiza la percepción en cinco países europeos sobre quince tecnologías emergentes (IA, robótica, la realidad virtual…) desvela un contraste llamativo: el 79% de los directivos cree que adoptar nuevas tecnologías mejora la imagen de sus empresas ante la sociedad. Sin embargo, solo el 46% de los ciudadanos comparte esa visión. La diferencia no es solo cuantitativa, sino también cualitativa: mientras las compañías se enfocan en los beneficios operativos —como la eficiencia organizativa (58%), el desarrollo de productos (44%) y la ventaja competitiva (38%)—, la ciudadanía expresa inquietudes más estructurales, como el desplazamiento laboral (38%) y la desigualdad económica (25%).
Desconexión comunicativa
Este desfase apunta a una desconexión comunicativa. En el imaginario empresarial, la tecnología es sinónimo de progreso y crecimiento. Pero sin un relato que contextualice su propósito y sus implicaciones éticas, muchas innovaciones corren el riesgo de generar dudas. El estudio lo deja claro: solo un 36% de los ciudadanos confía en empresas que utilizan tecnologías avanzadas sin explicar su funcionamiento ni la razón por la que se aplican.
Y es que no se trata solo de comunicar qué hace una herramienta, sino por qué se ha creado, a quién beneficia, cómo se mitigan sus riesgos y quién asume las responsabilidades.
¿En quién confiamos cuando hablamos de tecnología?
La credibilidad es otro frente abierto. Mientras que los líderes empresariales consideran a otros empresarios tecnológicos como las fuentes más fiables sobre tecnología, los ciudadanos son 29 puntos menos propensos a identificarlos como creíbles. Este dato debe hacer reflexionar a los dircoms. ¿Quién debe liderar el discurso sobre innovación entonces? Científicos e investigadores son la fuente de información en la que más confía el público general (43%) y también ocupan un lugar destacado para las empresas (49%).
El estudio también evidencia un sesgo de optimismo desde el lado empresarial. Los directivos valoran el impacto positivo de estas tecnologías en términos macroeconómicos, como la eficiencia o el crecimiento económico, mientras que la ciudadanía se enfoca en resultados tangibles y personales, como las mejoras en la salud (36%). Hay, por tanto, una diferencia de 13 puntos en el nivel de optimismo sobre el impacto social de la tecnología.
Si las compañías quieren cerrar esta brecha, necesitan construir relatos que reconozcan las preocupaciones reales de la sociedad, abordando de forma honesta los efectos colaterales del cambio tecnológico y, sobre todo, vinculando el progreso al bienestar común. No basta con innovar; hay que hacerlo de una manera humana y transparente.
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