La discusión sobre el conflicto desatado por la administración Trump de prohibir temporalmente a la Universidad de Harvard matricular estudiantes internacionales, llega a España, donde profesores de universidades públicas y privadas analizan las dos caras de la polémica que, lejos de amainar, arrecia.
La amenaza lanzada este lunes por el presidente estadounidense de retirarle otros 3.000 millones de dólares en subvenciones alegando que no ha recibido las listas de alumnos extranjeros que reclama su Gobierno, refleja una escalada en su enfrentamiento contra las instituciones académicas, con una cara visible: el impacto en la política educativa de Estados Unidos y la presencia de estudiantes internacionales en sus universidades.
Este ataque podría desalentar a estudiantes de distintos países de postularse a carreras y programas en esta y otras universidades estadounidenses. Sin ir muy lejos, en el caso de España, podría impactar en programas como Harvard Summer School, que ofrece este verano un curso en su campus de Cambridge, Massachusetts, también a estudiantes españoles, con su contraparte en Madrid: Harvard Summer Program in Madrid. Igualmente, el Real Colegio Complutense promueve el intercambio entre Harvard y universidades españolas, como la Universidad Complutense de Madrid, dirigido a investigadores y académicos, así como otras universidades españolas tienen convenios de intercambio con Harvard que permiten participar en programas académicos, incluyendo cursos de verano.
Una disminución de la movilidad académica global podría hacer que Estados Unidos perdiera su posición como referente educativo mundial, abriendo la puerta a que instituciones en otros países -como España- fortalezcan sus programas para atraer a estudiantes internacionales. De este lado B de la polémica también hablan para PRNoticias los profesores españoles.
El impacto en la competitividad y el prestigio
“Limitar el acceso de talento internacional lo más probable es que afecte la calidad académica e investigadora de Harvard, ya que estos estudiantes extranjeros representan una fuente clave de excelencia y diversidad intelectual. Además, esta medida podría afectar el prestigio global de Harvard y de Estados Unidos como ‘atractores de talento’, algo en lo que otras universidades en Canadá, Reino Unido o Australia están compitiendo agresivamente”, explica Luis Miguel Romero-Rodríguez, profesor del Departamento de Ciencias de la Comunicación y Sociología en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Rey Juan Carlos.
Otro aspecto que destaca Romero-Rodríguez es el financiero: “Aunque Harvard cuenta con una gran dotación financiera, por endowments, donaciones privadas e investigación patrocinada, esta también depende en gran medida de los ingresos por matrícula de estudiantes extranjeros, que pagan más que los nacionales, y además tienen menos posibilidades de becas”.
Por su parte, Soranib Hernández de Deffendini, profesora de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales de la Universidad Rey Juan Carlos y Carlos III de Madrid, destaca el aspecto legal y el derecho a la educación, consagrado en tratados internacionales de protección de derechos humanos de carácter universal, que estaría siendo violado con esta medida. Cita el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, la Carta Universal de Derechos Humanos y la Declaración Universal de Derechos Humanos.
“Prohibir la inscripción de alumnos extranjeros en una universidad tan prestigiosa como Harvard es una limitación al ejercicio de esos derechos que por tantos años se consagraron y se lucharon para una reivindicación del acceso equitativo sin distinción de raza, credo o color. Además, constituye una medida injusta y no equitativa, porque para ingresar hay que tener los atributos académicos. Las universidades de la Ivy League tienen un estándar de selectividad bastante riguroso, y ese filtro lo están pasando los alumnos nacionales e internacionales”, señala Hernández.
Aldo de Santis, profesor de comunicación política en la Universidad Camilo José Cela y ESIC Business School, asegura que la medida afectaría no sólo la competitividad y el prestigio de Harvard, sino que alejaría a decenas de posibles nominados al premio Nobel en distintas categorías, que tienen a Harvard como un faro de capacidad y de intelectualidad en el mundo. “Harvard es considerada una de las mejores universidades del planeta, a la que van personas de todos los países intentando tener acceso a ese nivel de educación y de relacionamiento. Impedirles el acceso es gravísimo, no tanto para Harvard, sino en general para los Estados Unidos”, explica.
El impacto en las universidades españolas
Para Luis Miguel Romero-Rodríguez, “España puede verse beneficiada de esta prohibición temporal”, y apunta a universidades como IE University o ESADE, y otras como la Autónoma de Barcelona, Carlos III, Pompeu Fabra o la Universidad de Navarra que “podrían posicionarse como destinos de calidad si refuerzan sus programas en inglés, logran captar profesorado acreditado que domine el inglés, mejoren sus convenios internacionales y sus servicios de apoyo a estudiantes extranjeros”.
El profesor de la Rey Juan Carlos advierte que las medidas impulsadas en este momento desde el Ministerio de Universidades de España, de amenazar a las universidades privadas con el cierre, puede servir también de disuasor para captar a esos estudiantes internacionales, sobre todo los de hispanoamérica, y apunta hacia dos aprendizajes para España, productos de este conflicto: la necesidad estratégica de apostar por la internacionalización estructural y la importancia de evitar políticas cortoplacistas o ideológicas que comprometan el papel global de la universidad.
La profesora Soranib Hernández, por su parte, estima que la medida podría tener un impacto positivo en las universidades españolas “porque esos alumnos, si no pueden ingresar en Harvard, valorarían la posibilidad de emigrar a otras universidades, como las españolas que, por supuesto, algunas están en un ranking muy importantes en cuanto a la calidad de los cursos que dictan”. Al respecto, cree que la españolas tienen que verse en este espejo, y seguir siendo “centros de educación sin ningún tipo de ideología política, sin ningún tipo de ideología económica, sin ningún tipo de ideología que pueda vulnerar los derechos”.
Aldo de Santis, por el contrario, está convencido de que, “la marca de Harvard conocida a nivel global no se le acerca a ninguna universidad española. Sumando un poquito más al debate, diría que ninguna universidad europea, salvo Oxford y Cambridge, que tienen algún buen nivel de conocimiento global, estoy hablando no en calidad, que en calidad todas son estupendas, sino el nivel de construcción de marca, ninguna universidad europea se le acerca a Harvard. Entonces es poca la posibilidad de captar potenciales estudiantes por este tema”.
Como experto en comunicación política, el profesor de la Universidad Camilo José Cela y ESIC Business School, tilda de “absolutamente irregular que un gobierno democrático como el de Estados Unidos actúe de una manera tan poco democrática y tan parecida a gobiernos ilegítimos. Esperemos que sea algo temporal y que Harvard logre superar este nivel de conflicto autoimpuesto por la administración Trump en contra de una de sus propias universidades”.
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