En la Tierra a jueves, julio 3, 2025

EN EL MARCO DE LA ESTRATEGIA NACIONAL DE ALIMENTACIÓN

Alimentar el futuro pasa por saber contarlo

EL MINISTERIO DE AGRICULTURA, PESCA Y ALIMENTACIÓN HA PUESTO EN MARCHA UNA HOJA DE RUTA QUE PRETENDE COORDINAR, POR PRIMERA VEZ, LAS POLÍTICAS DE ALIMENTACIÓN EN ESPAÑA DESDE UN ENFOQUE INTEGRAL

El desafío no reside únicamente en definir metas comunes que no se materialicen en proyectos concretos, sino en lograr que esa visión llegue realmente a la ciudadanía y sea capaz de transformar su relación con la industria y con la comida

Con la publicación de la Estrategia Nacional de Alimentación (ENA), el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación ha puesto en marcha una hoja de ruta que pretende coordinar, por primera vez, las políticas públicas de alimentación en España desde un enfoque integral. El documento marca un antes y un después, pues reconoce que alimentarse no es sólo un acto individual, sino una cuestión de salud pública, sostenibilidad, equidad y cultura. Sin embargo, ese potencial transformador podría diluirse si no va acompañado de algo esencial: una narrativa capaz de llegar a las personas.

“La ENA es una hoja de ruta muy completa, pero todavía carece de una narrativa que ayude a la ciudadanía a comprenderla, apropiársela y formar parte activa del cambio que propone. Sin relato no hay impacto, y sin impacto no hay transformación”, explica Beatriz Doce, directora de la división de Consumo de evercom, agencia creativa de comunicación y marketing.

Una estrategia bien recibida, pero sin canal común

El planteamiento general de la ENA, que persigue transformar el sistema alimentario hacia uno más justo, saludable y sostenible, ha sido acogido por el sector con una actitud constructiva. La industria alimentaria comparte tanto el diagnóstico de las circunstancias actuales, que evidencian la necesidad de impulsar un cambio en los hábitos de consumo de los españoles, como los objetivos generales de la iniciativa enfocados a los procesos productivos.

Desde las organizaciones destacan que ya están avanzando en la dirección propuesta por el Ministerio. Rubén Moreno, secretario general de PRODULCE, resume esta sintonía al afirmar que “la ENA establece un marco con el que nos sentimos plenamente comprometidos y alineados”. Subraya, además, que “el fomento de la educación nutricional es clave en el desarrollo de dietas y hábitos de vida saludables para toda la población”.

No obstante, el desafío no reside únicamente en definir metas comunes que no se materialicen en proyectos concretos, sino en lograr que esa visión llegue realmente a la ciudadanía y sea capaz de transformar su relación con la industria y con la comida. En este sentido, María Sánchez, secretaria general de CEDECARNE, pone el foco en la necesidad del respaldo institucional para conseguir impulsar su impacto y visibilidad: “Dado que es una estrategia puesta en marcha desde la Administración Pública, el apoyo en la comunicación por parte de las instituciones es fundamental si queremos llegar a todos los segmentos de población”.

“Lo cierto es que las compañías privadas podemos influir a través del diálogo con el gobierno y la administración en general en la formulación de políticas regulatorias para asegurar que las obligaciones sean efectivas y beneficiosas para todos”, añade Carmen Guembe, directora de Comunicación y Asuntos Públicos de Suntory, apuntando hacia un marco colaborativo como la mejor alternativa.

Desde FEDEPESCA, su directora general, Luisa Álvarez, alerta sobre una desconexión creciente entre el sistema alimentario y su reconocimiento social: “Tenemos un problema de percepción de la sociedad sobre el sector alimentario y su valor. Alimentarse es algo tan cotidiano que se ha vuelto desconocido. En ocasiones, no se valora el esfuerzo detrás de la accesibilidad y la calidad de nuestros productos”. Las empresas, por su parte, evidencian el esfuerzo público que debe realizarse para subsanar esta circunstancia: “Consideramos relevante que esta Estrategia actúe como un simplificador de las numerosas iniciativas que existen en todas las áreas vinculadas con la producción y distribución de alimentos, sin renunciar a ningún objetivo y, a la vez, reduciendo los costes burocráticos evitables”, asegura Moreno.

Álvarez, además, señala que esta desconexión no es casual, sino resultado de años de desinversión narrativa: “Se ha dado por sentado que nuestras dietas protectoras, saludables, asequibles, sostenibles, eran un activo colectivo garantizado. Se encuentran en retroceso por esa falta de defensa a ultranza y al máximo nivel de una auténtica marca España, que es nuestra forma de alimentarnos, de vivir la comida, de socializar en torno a nuestros alimentos”.

Contarlo bien también es transformador

Uno de los grandes retos de la ENA es que sus principios no se traduzcan únicamente en directrices técnicas, sino también en un relato accesible y compartido. Aunque el Ministerio ha impulsado presentaciones, reuniones y notas informativas, desde el sector pesquero se considera que “estas iniciativas no llegan al gran público”.

“No se trata únicamente de comunicar acciones de manera puntual, sino de construir una conversación con la ciudadanía e integrarla en el relato institucional y, como consecuencia, en el de las compañías. Para que una estrategia cale, necesita mensajes consistentes, emocionales y sostenidos en el tiempo, que conecten con lo que la gente encuentra en su día a día cuando escoge qué comprar”, añade Doce.

Desde CEDECARNE se recuerda que, para conseguirlo, las campañas deben ir más allá de lo institucional y conectar con la cultura del comer. “Llevamos tiempo trabajando para poner en valor, entre otras cosas, los productos locales, la cocina en casa o el compartir algo tan nuestro como es una conversación alrededor de una buena mesa”, subraya María Sánchez.

Las marcas y organizaciones ya están dando pasos en esa dirección. En los últimos años, la identificación de la gastronomía con un modelo de vida aspiracional e identitario ha pasado a formar parte del núcleo de las estrategias de comunicación vinculadas a la alimentación. “Hemos tomado conciencia de que no sólo debemos ser buenos en lo que hacemos, sino que también debemos saber contarlo”, sostiene Sánchez.

“Al educar a los consumidores sobre la importancia de todos estos temas, no sólo mejora la reputación de las compañías y servicios, sino que también se contribuye a una mayor conciencia y comprensión sobre el mercado del consumo y la producción de alimentos y bebidas”, señala Carmen Guembe.

“La realidad es que las marcas ya no pueden esperar a que el valor se intuya. Tienen que ser proactivas en trasladar qué están haciendo en calidad, en sostenibilidad, en salud o en transparencia. Y deben hacerlo con lenguaje claro, accesible y coherente”, apunta Beatriz Doce.

Hacia un relato-país alimentario

Tanto desde CEDECARNE como desde FEDEPESCA se subraya que la alimentación no puede abordarse desde una única óptica. “La ENA es un buen documento de partida, pero debe concretarse como una verdadera política de Estado, que implique a Sanidad, Educación, Empleo, Cultura, Hacienda…”, afirma Luisa Álvarez. “Y eso requiere presupuesto, coordinación y voluntad a largo plazo”.

María Sánchez, por su parte, insiste en el valor de ese enfoque colaborativo: “Si en la Estrategia Nacional de Alimentación no se implican actores de otras instituciones, públicas y privadas, si no entran en el marco el colectivo académico-escolar, los profesionales de la salud, la restauración, la producción de alimentos y el comercio; si no se llega nada más que a las grandes ciudades, olvidando los núcleos rurales; si no se trabaja, en definitiva, con el ambicioso foco del largo plazo, esta carrera de fondo que supone modificar hábitos se quedará únicamente en una excelente declaración de intenciones”.

España es una potencia en producción, transformación y distribución de alimentos, con una cadena de valor innovadora, centrada en la seguridad de los consumidores y en garantizar la máxima calidad de los productos que ocupan los pasillos de los supermercados. Sin embargo, esa realidad no siempre se pone en valor a la hora de trasladársela a la ciudadanía. “Calan más los mensajes alarmistas. Vivimos en uno de los entornos más seguros y sostenibles del mundo y debemos ser capaces de transmitirlo”, advierte Álvarez. “La falta de información acaba condicionando decisiones de compra que no siempre reflejan responsabilidad social, ambiental ni sanitaria”, añade.

“En este contexto, la comunicación no es un anexo de la Estrategia Nacional de Alimentación: es su motor”, concluye Beatriz Doce. “La ENA puede marcar una nueva etapa para el sistema alimentario español, pero sólo si conseguimos que todos —productores, distribuidores, consumidores— se sientan parte de ella. Y eso únicamente lo lograremos si sabemos contarlo bien”.

Seguiremos Comunicando…

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