La ciencia necesita ser contada, pero no de cualquier forma. Esa es la premisa que sostiene Comunicando ciencia con ciencia, un nuevo manual que nace con vocación de convertirse en una referencia para quienes investigan, enseñan o trabajan en el ámbito científico y quieren hacerlo llegar más allá del laboratorio o el aula. Coordinado por cinco especialistas de referencia y con las firmas de 36 coautores, el libro combina teoría y práctica para profesionalizar la divulgación desde la raíz, implicando tanto a investigadores como a comunicadores, universidades y medios.
En PR Noticias hablamos con Ignacio López-Goñi sobre los retos y oportunidades de la comunicación científica en España, la importancia de contar con gabinetes especializados y por qué ha llegado el momento de dejar de traducir papers y empezar a contar historias.
¿Por qué era necesario un manual como este en el panorama actual de la comunicación científica en España? ¿Qué vacío viene a cubrir?
Comunicando ciencia con ciencia está dirigido principalmente a personal investigador, científico, académico, es decir, a personas que trabajan en universidades, en centros de investigación y de desarrollo… contemplando un sentido muy amplio de la ciencia, no solo ciencia experimental o el sector biosanitario, sino también lo que son las ciencias sociales y las humanidades.
Muchas de estas personas, entre las que me incluyo, no hemos sido formadas, ni hemos tenido las habilidades propias de la comunicación y de la divulgación de la ciencia. Suelo decir que este es el libro que a mí me hubiera gustado leer hace 15 años, cuando comencé a hacer divulgación, porque te da una formación teórica y práctica en esas habilidades que los que nos dedicamos a la investigación y a la ciencia no hemos adquirido. En mi caso, trabajo en una universidad, en investigación, y cuando comencé hace 15 años a hacer temas de comunicación y divulgación de la ciencia era una como un hobby.
Uno de los pilares del libro es la profesionalización de la comunicación científica. ¿Sigue habiendo una visión reduccionista del comunicador como mero “traductor” del lenguaje científico y no como un agente clave en la construcción del mensaje?
Desde el punto de vista del investigador, durante muchos años, la comunicación de la ciencia ha estado mal vista. Cuando te dedicabas a escribir un blog, a mantener redes sociales o hacer una actividad de divulgación de la ciencia, colaborar con la docencia en colegios, etc., estaba mal visto dentro del ámbito científico. Parecía que estabas perdiendo el tiempo. Pero hoy en día cada vez somos más conscientes, y también las instituciones, de que la transferencia del conocimiento científico a la sociedad es parte de nuestro trabajo.
Transferir conocimiento científico a la sociedad no solo son patentes y relaciones con empresas, relaciones público-privadas, sino también la transferencia de la ciencia a la sociedad a través de la comunicación y la divulgación social de la ciencia. Es decir, contar la ciencia para que la ciencia cuente más. En mi opinión, debería incluso cambiarse ese acrónimo de investigación, desarrollo e innovación (I+D+i), añadiéndole una “d” minúscula de investigación, desarrollo, innovación y divulgación y difusión de la ciencia (I+D+i+d). Es trabajar en que una sociedad mejor formada científicamente, con mayor conocimiento científico, tiene más datos, es menos manipulable, en definitiva, es más libre y democrática. Por lo tanto, una persona que comunica ciencia ya no es simplemente ser un traductor de papers científicos, sino que influye e impacta realmente en la sociedad.
¿Qué competencias necesita hoy en día un buen comunicador científico?
Sobre todo, compaginar el rigor con la sencillez. Se suele decir que el rigor científico no tiene por qué ser rigor mortis, o lo que decía Chesterton: “divertido no es lo contrario de serio. Divertido es lo contrario de aburrido”. Podemos hablar de la ciencia, que es una cosa muy seria, y -si no hacerla divertida porque no somos titiriteros de la ciencia- al menos sí accesible a la sociedad. Y si también la puedes hacer divertida, pues muchísimo mejor. Se trata al final de compaginar ese rigor con la accesibilidad al conocimiento científico.
Diría que es como reescribir la ciencia. Y necesitas tener capacidades para hacerla más accesible, para simplificar, para explicar, sobre todo, para qué estás haciendo lo que estás haciendo en el laboratorio, para qué estás haciendo esa investigación, qué valor tiene ese descubrimiento que has hecho y sin utilizar la jerga científica.
Sin lugar a duda, hay que poner en práctica esa habilidad de aprender a contar historias y a través de ellas poder explicar la ciencia que haces, con una metáfora, personalizando, haciéndola amena y que llegue a todo el mundo.
Se menciona que la comunicación pública empieza a valorarse como un mérito en la carrera investigadora. ¿Qué papel pueden jugar los dircoms, gabinetes de comunicación y medios especializados en consolidar ese reconocimiento?
A los que nos dedicamos a la ciencia cada vez se exige más, y se valora, la comunicación de la ciencia. Antes se solía decir que “o publicas o pereces”. Ahora habría que decir “o te haces visible o desapareces”. Hay que hacer visible la investigación. Y en ese sentido, la colaboración del investigador con los gabinetes de prensa y los medios de comunicación supone un beneficio para ambas partes.
Los medios y DIRCOMS te pueden dar el conocimiento periodístico y el personal investigador puede dar el conocimiento científico. Quizá una de las figuras ahora más importantes en las universidades son los gabinetes de comunicación o las unidades de comunicación científica que hay en todas las universidades, en centros de investigación. Es una ayuda fundamental para el investigador porque muchas veces son los que te proporcionan la formación necesaria para la comunicación científica. Es una ayuda también para poder juntar todo el mundo del periodismo científico con el de la comunicación científica en las universidades, con los propios científicos y además ayuda a dar una mayor visibilidad.
¿Qué errores frecuentes observáis en la comunicación institucional de la ciencia que habría que corregir?
La comunicación de la ciencia no es marketing. Una cosa es el marketing que puede hacer una institución, un hospital, un centro de investigación o una universidad, o la comunicación institucional. Y otra cosa diferente es comunicar y divulgar la ciencia.
Para comunicar la ciencia lo primero es preguntarse a quién quieres llegar. Se suele decir que el público general no existe, de manera que al final es a quién quieres llegar, qué acciones vas a hacer concretas para llegar a determinados públicos. Preguntarte si realmente estás llegando al público que quieres llegar, y también a quién no estás llegando. Es decir, qué sectores de la sociedad, que igual no son el público objetivo del marketing de tu institución, no estamos llegando con el conocimiento científico por diferentes razones: porque tengan una discapacidad intelectual, una discapacidad física o incluso una razón social o económica y que sean sectores alejados del mundo de la ciencia.
Con la comunicación de la ciencia también hay que llegar a esas personas. Incluso preguntarte qué necesita, qué quiere, qué sabe la gente de este tema concreto y cómo puedes ayudarles.
¿Qué hace que este libro sea “pionero”? ¿Qué elementos lo diferencian de otros recursos o manuales de divulgación científica que ya existen?
“Comunicando ciencia con ciencia” es una obra colectiva de cooperación entre muchos autores: tiene 36 coautores, ha sido coordinado por un equipo de 5 especialistas de universidades, de museos, catedráticos de universidad, en fin, de distintas áreas de conocimiento.
Cada capítulo, además, ha sido escrito por dos autores: uno aporta una visión mucho más académica y teórica, y el otro autor aspectos más prácticos. Por lo que podemos decir que es una obra teórico-práctica.
Está organizada en 19 capítulos con ese enfoque teórico-práctico con capítulos agrupados en tres bloques distintos. Por una parte, se tratan aspectos esenciales y comunes a todas las áreas de conocimiento. Por ejemplo, cómo establecer colaboraciones entre los distintos agentes que participan en la comunicación, cómo identificar a nuestros públicos, conocerlos mejor y dirigirnos mejor al público al que queremos, cuáles son los aspectos más esenciales del lenguaje, de la comunicación y cómo comunicar de manera responsable la ciencia. En un segundo bloque se centra más en los medios: cómo hacerlo, distintas técnicas, formatos y espacios que vamos a utilizar para la divulgación de la ciencia; aquí ya hablamos de redes sociales, de blogs, de espectáculos, de la radio, del podcast, de los vídeos, museos, exposiciones, inteligencia artificial, ciencia ciudadana, … Y, por último, el tercer bloque pone el foco más en áreas específicas, concretamente cómo comunicar la ciencia en las áreas de salud, en las tecnologías emergentes, en el medioambiente y también en las ciencias sociales y en las humanidades.
Se tocan todos los aspectos de la comunicación científica. Es realmente un manual teórico-práctico muy útil para personal investigador, profesorado universitario y en general, cualquier profesional que se dedica en el ámbito de la ciencia.
El objetivo no es que el personal investigador acabemos siendo influencers, sino más bien “referencers”, referentes en la comunicación social de la ciencia.
Seguiremos Comunicando…










