‘Crí, crí, crí’… Se escucha el canto de las cigarras veraniegas, pero no hay el menor sonido, en este ‘ferragosto’ ardiente, sobre el supuesto papelón que Pere Rusiñol habría desempeñado en un intento de soborno a fiscales vinculado a los ‘fontaneros’ de Pepe Gotera, Otilio y San Cerdán de los navarros por parte de las voces de la conciencia universal y progresista.
¿Han escuchado algún canto, en esa banda acostumbrada a repartir carnés y excomulgar, como jueces, jurados y verdugos, que se juntaba con el tal Rusiñol y sus iniciativas? “Está judicializado”, dirán si les preguntan. Claro, y otros casos en los que, sin embargo, han dictado sentencia y condena mediática previa. Pero no en este, donde hiede a que un sujeto -al que hay que reconocer el haber sido un dolor de cabeza y de gónadas para el magnate Jaume Roures, lo que ya le sitúa por encima de la media de muchos de los que trabajaron con él y le lamieron las suelas del escroto (que estamos en ‘ferrragosto’)- usaba su condición de periodista, para desempeñar labores con clara orientación política.
Es cierto que la hemeroteca no va a ser generosa con Rusiñol. Tampoco muchos, sectores nacionalistas catalanes incluidos, de los que le esperan con el hacha levantada. “Abogados Cristianos es un actor político que hace el trabajo sucio que otros no se atreven a hacer”, declaró sobre las querellas que le ponían a su revista, ‘Mongolia’. “Actor político”, “trabajo sucio” riman, aunque no lo parezca, con intento de soborno a un fiscal anticorrupción con clara intencionalidad política.
Resulta curioso observar, tal vez por la canícula, el silencio de algunos que participaron en sus aventuras periodísticas. ¿Tiene algo que declarar Dario Adanti, chistes sobre y contra Franco subvencionados al margen? ¿Tal vez Ignacio Escolar, que le consideraba “mi amigo” y se dejaba moderar por él cuando le llevaba a los Teatros Luchana? ¿O quizá cuando participaba en la cooperativa de ‘Alternativas Económicas’? ¿Dirá algo Marco Schwartz, que le consideraba “uno de los mejores periodistas que conozco”? ¿O Josep Borrell, otro de sus contribuyentes al proyecto de revista económica en el que participaba? ¿Lo hará José Sanclemente, capitoste de ‘Eldiario.es’ del clan Escolar y eterno consultor? ¿O tal vez aquellos muchachos de Anticapitalistas, que le llevaban a sus universidades de verano cuando todo apunta a que, fotos con libros de Trostki, Lenin y el Ché al margen, andaba intrigando a favor del partido de la burguesía de izquierdas?
Casi podría decirse que tenemos dos certezas. Una, que en ese indigesto cocido de la izquierda ‘soft’ mediática, ese complejo político-mediático goloso del dinero, del poder y de la fama y tantas veces denunciado -la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero- por Pablo Iglesias, se hará la ‘omertá’ más absoluta. Porque, al fin y al cabo, queda la pregunta pendiente de un hilo: ¿lo de Rusiñol fue la excepción o la norma?
Y, en segundo lugar, que ese silencio sólo lo ha roto, precisamente, el abogado favorito de Puigdemont y de Escolar, Gonzalo Boye. Pero ahí tal vez haya que buscar las causas en que no terminó bien con Rusiñol a cuenta de ‘Mongolia’. Al fin y al cabo, todos somos humanos.
Por cierto, ¿les suena esa frase italiana de ‘Uno di noi’?
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