Los incendios forestales que azotan España este verano, con más de 100.000 hectáreas arrasadas y varias víctimas mortales, vuelven a poner en primer plano no solo la emergencia medioambiental y social, sino también la capacidad de respuesta comunicativa de las instituciones. En momentos de crisis, la manera de informar es realmente importante: una palabra a destiempo o un silencio prolongado pueden marcar la diferencia entre la calma y el caos.
Uno de los errores más frecuentes en la comunicación de catástrofes es la falta de inmediatez. El vacío informativo suele llenarse con rumores, vídeos descontextualizados y bulos en redes sociales que generan alarma en la población. La transparencia, incluso cuando no se dispone de todos los datos, resulta clave para mantener la confianza ciudadana. El “aún no sabemos, pero estamos investigando” siempre es más eficaz que el silencio.
La empatía es otro factor determinante. En ocasiones, las instituciones priorizan la frialdad de las cifras frente al reconocimiento del sufrimiento humano. Los afectados no esperan tecnicismos, sino un lenguaje cercano que reconozca su dolor, que agradezca la labor de los equipos de emergencia y que aporte certezas sobre qué se está haciendo para controlar la situación.
También es esencial la coherencia en el mensaje. La descoordinación entre distintas administraciones, con datos o indicaciones contradictorias, mina la credibilidad de la respuesta pública. Contar con un portavoz oficial designado, que centralice la información y hable en nombre de todas las instituciones implicadas, es una práctica básica en la gestión de crisis de gran impacto.
Atención a la redes sociales
Las redes sociales y las aplicaciones móviles son hoy aliados indispensables. Alertas en tiempo real, mapas de evacuación o avisos sobre carreteras cortadas permiten que la ciudadanía tome decisiones informadas con rapidez. Sin embargo, su eficacia depende de que las cuentas oficiales mantengan un tono claro, conciso y libre de ambigüedades, alejándose de la tentación de hacer campaña en momentos como este.
El papel de los medios locales también cobra relevancia. Su proximidad y credibilidad entre la población los convierte en un canal vital para amplificar mensajes oficiales y llegar de manera más directa a quienes viven la emergencia en primera persona. Ignorarlos en favor de ruedas de prensa centralizadas supone un error frecuente ya que, informar con rapidez, cercanía y humanidad es, en estas circunstancias, una forma de protección civil.
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