En la Tierra a domingo, diciembre 14, 2025

Petronio y su adicción al poder

Francisco Camps, ex president de la Generalitat Valenciana

Tras su aplastante victoria judicial, debe de andar Francisco Camps con una excesiva seguridad y confianza en sí mismo, sin ser consciente de que este exceso ha degenerado en soberbia y prepotencia. Tampoco es descartable que este rasgo de su personalidad ya se hubiera desarrollado cuando alcanzó esas tres mayorías absolutas que tanto gusta de recordar. Es el expresident una persona poco abierta a la crítica y carente de sentido del humor, características propias de quienes tienden a padecer el síndrome de Hubris.

El excanciller británico y miembro de la Cámara de los Lores, David Owen, en su libro En el poder y en la enfermedad, acuñó el término desde la perspectiva de la neurología, observando los rasgos comunes de aquellas personas que se resistieron a abandonar el poder. Son personalidades opuestas a la moderación y a la sobriedad, con un ego desmedido, narcisistas y arrogantes. No en vano, Owen demostró que cuanto mayor poder tuvieron en sus manos, más se intensificó el síndrome. Así pues, estamos ante un subtipo de trastorno narcisista de la personalidad: políticos con aspiración a la grandiosidad, con una marcada incapacidad para dejarse asesorar y con el rasgo de padecer aspiraciones mesiánicas. También resulta característica su obsesión por la autoimagen, lo que conlleva una desconexión con la realidad.

En Matadero de reputaciones, Julio Valdeón recogió una de sus columnas que publicó en El Mundo y que tituló “Francisco Camps, vivo o bien muerto”. En ella sostenía que a Camps lo fusilaron a placer porque los depredadores, criaturas oportunistas, detectan los espasmos del débil y la sangre descorchada a su paso. También nos detalló Arcadi Espada en Un buen tío cómo determinados medios destruyeron la reputación de nuestro Petronio. Allí sostiene su más que fundada sospecha de que la mayoría de los españoles aún cree que fue condenado por corrupto, haciendo hincapié en cómo el diario El País publicó durante tres años 169 portadas con el nombre de Francisco Camps, ejemplarizando en este caso cómo “el populismo y la posverdad liquidan a los hombres”, subtítulo de su libro.

Así las cosas, solo cabe la explicación de que el síndrome de Hubris sea un padecimiento de un expresident que recientemente ha presentado en Alicante al equipo de una delirante candidatura que pretende dividir al PP, para presidir el partido y la Comunitat Valenciana. En esta nueva versión de la “Noche de los muertos vivientes”, debería ser consciente de su condición de zombi, después de haber sido fusilado y convenientemente liquidada su imagen ante la opinión pública. Entre los integrantes de su equipo, ha rescatado a otros zombis ansiosos de poder como la exalcaldesa de Alicante Sonia Castedo, Vicente Aparici y Emilio Llopis. Se presenta Camps, según sus propias palabras, con la intención de integrar a todo el mundo y con la necesidad de reactivar el partido.

A Petronio Árbitro lo suicidó Nerón por traidor. Debería tomar nota el aspirante a la cuarta mayoría absoluta y, sin que admitan comparación las túnicas que lucía el árbitro de la elegancia con los trajes con ceñidor en el trasero que se compraba Camps, entender que las largas y el desprecio de Feijóo no es algo gratuito y que, como le ha aconsejado gran parte de la dirección popular: “Ahora no toca, Paco, ahora no toca”.

Porque, a diferencia de Petronio, Camps no tiene ya elegancia ni escenario, solo la obstinación de quien confunde supervivencia con liderazgo.

pedro de aparicio y pérez de Lucentis.

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