La oposición y los trabajadores de la Corporación pública toman nota de lo que se viene de cara al nuevo curso que comienza. El modelo de ‘infoentretenimiento’ con una clara tendencia política se consolida de la mano de dos beneficiarios: La Osa y Mediapro.
Gonzalo Miró es el último paso de una estrategia de control absoluto y programación con un claro enfoque de servicio progubernamental legitimada por el presidente de RTVE, José Pablo López, y ejecutada por las dos productoras que más están recaudando gracias a ese modelo: La Osa y Mediapro.
La entrada de Miró como copresentador de ‘Directo al grano’ junto a Marta Flich augura para muchos un nuevo producto al estilo ‘Malas Lenguas’ de Jesús Cintora, que es la especialidad de las dos productoras mencionadas. El fichaje de Miró, considerado un activista progubernamental en sus diversas colaboraciones televisivas, es todo un símbolo de hacia dónde camina la Corporación en un nuevo curso en el que la consigna parece ser ir a calzón quitado en favor de Moncloa.
Precisamente, fuentes de la propia Corporación destacan el hecho de que la contratación, al que algunos tildan como “el niño del PSOE”, es toda una provocación, ya que su sesgo político es evidente y va claramente dirigido contra la oposición. Claro que, como apuntan también desde esa misma casa, “se sentirá mejor que en La Finca, ya que aquí va a estar totalmente cubierto por José Pablo y sus muchachos”.
No obstante, el verdadero problema, según señalan en otros entornos, reside en el extraordinario poder que están alcanzando las dos productoras mencionadas desde el desembarco de Sergio Calderón en la cadena pública. Calderón, procedente del complejo vinculado a Adrián Cornejo y Óscar Madrid, fue, junto con López, uno de los valedores de la apuesta fallida de ‘La familia de la tele’. No faltan quienes creen que ambos intentan resarcir a los dos productores -que ya llevaban un sesgo claro en su etapa en Mediaset- tras el fracaso del proyecto de recrear ‘Sálvame’ en TVE, con una reconversión de La Osa -antes, Fabricantes, y mucho antes, La fábrica de la tele- en el ‘infoentretenimiento’ planificado en su momento para sortear el convenio marco de la Corporación en cuanto a producción externa.
El caso de Mediapro es similar, pero concurre con otras circunstancias que, incluso, son de mayor elevación, con derivadas que se entrecruzan con intereses políticos entre Madrid y Barcelona, donde Tatxo Benet mueve hilos de forma interesada.
Sin duda, la gran pregunta que se plantea, de cara a la próxima temporada, es cómo reaccionará el principal partido de la oposición ante este desafío. En las filas populares hay división de opiniones, ya que ciertos sectores vinculados a baronías autonómicas consideran que López se escapa vivo de las comparecencias en la Comisión de Control en RTVE y que se hace necesaria una estrategia mucho más intensa y planificada.
En ese sentido, apuntan a la labor del diputado Eduardo Carazo, cuota del PP castellanoyleonés, aupado recientemente al equipo del secretario general, Miguel Tellado, como uno de los responsables de no ser capaz de ‘placar’ a López y, sobre todo, de no haber vislumbrado a tiempo la madeja de intereses políticos que se enredaba en la Corporación, centrándose tan sólo en la labor de algunas productoras y no en la de otras que se han convertido -como La Osa- en una pieza clave de ese entramado.









