En la Tierra a martes, diciembre 2, 2025

EL PUTO VERANO (2)

¿Quién sabe montar a caballo? Los cuatro que iban conmigo, callaron como muertos. Sólo había cuatro caballos de tanda y uno de carreras. Pues dí un paso adelante y le dije al caballista: ‘me llaman Claudio Carudel’. A lo que respondió: ‘pues dale, sube’… Aquello estaba demasiado arriba, muy alto el hdp del caballo. Patas largas, silla muy pequeña y cabeza muy lejos de mis manos… Al montar al jaco, el paisano me agarró por la pierna y me espetó: ‘baja que te va a tirar, se ha dado cuenta de que no tienes ni p… idea de montar’. Qué putada se había dado cuenta de que lo más cerca que había estado de un caballo, fue cuando Quisco se fumó un chino.

Aquello era emocionante, porque aunque habíamos ido desde niños a la playa, ahora los bikinis y las macizas… con las películas de José Luis López Vázquez, los Ozores (dioses del celuloide donde los haya)… con la silla a la entrada del cine al aire libre: ‘bolsa de pipas, bocata, zumo, palomitas’… hiperlipemia… ‘Mira que ricos están mis niños: ‘cuatro cerditos llenos y rellenos, de la grasa que les robó la Civil, la Guerra, no la Guardia, que los hay que aprovechan lo de que el Tajo pase por Seseña… ¡Ah!, no que esa es otra historia de veranos en el Clarena con Bono… Tomando las copas siempre tumbado mirando a las nubes… ¡Eh golosón!, decía el mágico Santiago Segura en sus Torrentadas…

De aquella, se te cruzaba una rubia de 14 años, que era tu edad, y, te enamorabas como un gilipollas. Perdías el oremus y en casa te mandaban a limpiar las zapatillas de todos, con agua del barreño de las zapatillas… ¡Qué mundo más raro! Hay quien dice: ‘¡Qué felices éramos! ¡Vamos no jodas!, no había crema solar, sólo after sun y paños de vinagre para las ampollas. Te chamuscadas, te dolía, pero después decían: ‘Qué morenos los niños!… (ahahahahahahaaha -en inglés-)… Y jugábamos a las chapas, al ¡churro va!, a la botella, a darnos pedradas en la cabeza… No había Covid y los 19 quedaban lejos… Todo el día con los sofocos, como menopáusico al uso…

Un tomate con sal, un trozo de sandía o patilla, depende de la zona… Una tortilla de patata, con cebolla, las de siempre las auténticas (espero que no se me den de baja los sin cebolla (jajajajajajajaja -en español-)… Íbamos andando a todos los sitios, donde se podía llegar caminando de forma razonable. Andábamos, leíamos, soñábamos, corríamos, cantábamos sin complejos, pareidolias … Todos éramos uno, aunque no fuese verdad, pero tenías amigos con una brecha en la cabeza o en el corazón… ¡Se me ha muerto el pato! era nuestra preocupación. O la abuela se ha ido al cielo: Y, ¿vuela? Inocencia, confianza, fe ciega en los tuyos, amor, porque era así… Pero, todos: los primos, los hermanos, el pesado de siempre…

No existía el dinero, porque no te lo daban, a no ser la ‘paga’ del domingo… ¡Qué horror! siempre tieso… Lo cierto es que los que contamos esta experiencia teníamos o lo rebuscábamos, pero no faltaba. Mejor vivián algunos madrileños pudientes, que se iban a Becerril a hacer el gañán… Con el jersey por los hombros (los chicos). Con el jersey tapándose el culo (las chicas)… Y, todos dispuestos a decir: ‘Sí, quiero’… Así terminaron… Pero eso que lo cuenten ellos, los que lo vivieron en el PUTO VERANO 3.

pedro de aparicio y pérez de Lucentis

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