La peculiar presentadora, que suele enmarcar las críticas a sus posicionamientos presentes y pasados bajo el fantasma del machismo (¿recordar aquella entrevista inenarrable a Pablo Iglesias en Telecinco también es machista?), ha tenido que afrontar su primer sapo en la cadena pública que gestionan los amigos de Óscar Cornejo y Adrián Madrid (los de Tatxo están en otros lares más elevados) con el fichaje de su compañero de programa, Gonzalo Miró.
Y es que Miró ha conseguido epatar el propio fichaje de Marta Flich y, lo que es peor, epatarla a ella misma. La cosa no tendría mayor trascendencia si no fuera porque fue Flich la que soltó que dejaba ‘Todo es mentira’ porque era el garito donde mandaba Risto Mejide. Ahora, giros del destino, resulta que no estará sola al frente de ‘Directo al grano’, sino que tendrá que hacer tándem con Miró. Alguien ha decidido que ‘Directo al grano’ tampoco será el programa de Flich, sino el de Flich y Miró y, visto lo visto, el espacio lleva camino de que éste último acapare el protagonismo, dejando a su compañera como segundona.
El contraste no podría ser más elocuente: mientras Flich intentaba erigirse como un rostro renovador y libre de ataduras, el engranaje mediático la ha devuelto al mismo lugar del que quiso escapar, solo que con otro nombre. Las dinámicas de poder en televisión, terminan revelando una verdad incómoda: no basta con cambiar de cadena ni de compañeros si el papel asignado sigue siendo el mismo. Esta vez el golpe viene desde dentro.
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