Perplexity, el buscador impulsado por inteligencia artificial que compite en el terreno de Google y ChatGPT, ha dado un giro estratégico en su manera de relacionarse con los medios de comunicación. La compañía ha anunciado un modelo de reparto de ingresos con el que busca compensar a los editores cuyos contenidos nutren las respuestas de su sistema. Más allá de lo económico, el movimiento tiene una lectura clara: construir legitimidad comunicativa en un contexto donde la IA se enfrenta a críticas por opacidad y falta de atribución.
El plan, denominado Comet Plus, destinará hasta el 80 % de los ingresos por suscripción a los medios participantes. La compañía ha creado un fondo inicial de más de 40 millones de dólares para garantizar la remuneración, lo que pretende servir como punto de partida hacia un sistema más amplio y sostenible. Sin embargo, el trasfondo va más allá de la cifra: Perplexity busca transmitir que su tecnología no solo “toma” contenidos, sino que reconoce explícitamente su origen.
La comunicación corporativa de la empresa subraya este punto. En un ecosistema marcado por litigios y demandas de grandes cabeceras, el mensaje que trata de instalar Perplexity es que la atribución y la compensación son inseparables. En otras palabras, la compañía convierte la transparencia en una herramienta de reputación, tratando de diferenciarse de otros actores de la IA a los que se acusa de explotar contenidos sin permiso ni retribución.
Este cambio revela cómo la atribución se está convirtiendo en la nueva moneda de la comunicación digital. Ahora que cada vez más los usuarios desconfían de todo este mundo automatizado, señalar de dónde procede la información ya no es solo un gesto de cortesía hacia los medios, sino un activo estratégico para las plataformas tecnológicas. La percepción pública de qué contenidos son fiables y quién garantiza esa fiabilidad es lo que está en juego.
Para los medios, la iniciativa abre también un terreno narrativo interesante: su papel ya no se limita a ser productores de noticias que compiten por clics, sino que se posicionan como fuentes indispensables de confianza en el ecosistema digital. Su valor comunicativo se traduce en ingresos directos y, a la vez, en un reconocimiento simbólico de su relevancia en la era de la inteligencia artificial.
De ahora en adelante, el desafío principal será que la comunicación de Perplexity deberá responder a preguntas clave: ¿qué medios entran en el reparto?, ¿qué criterios determinan la compensación?, ¿cómo se asegura la inclusión de actores más pequeños? La legitimidad no se alcanzará solo con un comunicado de prensa, sino con una ejecución transparente y verificable que demuestre que el sistema funciona más allá de las grandes cabeceras.
Así, Perplexity está tratando de pasar de la narrativa del conflicto legal a la del acuerdo colaborativo, y lo hace usando la comunicación como su principal arma. El mensaje de fondo es que el futuro de la IA no pasa únicamente por la innovación tecnológica, sino por la capacidad de articular un relato creíble en el que la atribución y la transparencia sean tan importantes como el propio algoritmo.
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