En junio de 2025 se registraron cerca de 250.000 menciones relacionadas con la IA agéntica, con picos especialmente altos tras la disrupción de DeepSeek y el anuncio del “Proyecto Stargate”. Un volumen de conversación que confirma que la IA no es únicamente un reto técnico, sino también un fenómeno comunicativo de primer orden.
Esta es una de las principales conclusiones del informe Infraestructura de IA, de Onclusive, que investiga cómo la irrupción de la inteligencia artificial agéntica está alterando no solo la infraestructura tecnológica de las empresas, sino también la manera en que estas se comunican con sus públicos.
Para los directores de comunicación y los equipos de relaciones públicas, este escenario supone una doble exigencia. Por un lado, comprender a fondo el impacto de esta tecnología en la operativa y la estrategia de negocio; por otro, saber trasladar ese impacto de manera clara, transparente y creíble a clientes, inversores, empleados y medios.
El informe de Onclusive también señala que un 29% del debate sobre IA agéntica gira en torno a la intensidad de capital necesaria para su despliegue, mientras que un 11,3% se centra en la escalabilidad computacional y un 4,93% en la innovación en hardware. Unos datos que no son solo cifras técnicas, sino que pueden convertirse en argumentos de comunicación que ayuden a las compañías a construir un relato sólido.
El ejemplo más claro de esto lo ofrece Microsoft. La compañía ha logrado que Azure, su plataforma de informática en la nube, concentre el 29% de las menciones en infraestructura de IA, muy por encima de sus competidores, gracias a una comunicación estratégica que integra productos como Copilot Studio o Azure AI Agent Service dentro de un ecosistema reconocible.
Así, las empresas deben aprender de Microsoft y definir su discurso si no quieren correr riesgos. La IA agéntica plantea promesas de eficiencia, autonomía y transformación, pero comunicar solo en términos publicitarios puede volverse en contra; la audiencia ya está acostumbrada a detectar discursos exagerados o falsos, como ocurrió con la sostenibilidad y el greenwashing. El reto está en equilibrar la ambición con la credibilidad, proyectando una imagen de innovación responsable.
Los dircoms juegan aquí un papel estratégico. Deben ser capaces de traducir la complejidad técnica en mensajes que conecten con el negocio y, sobre todo, con las personas. Es necesario explicar cómo estas innovaciones mejoran procesos, liberan tiempo de los equipos o generan nuevas oportunidades profesionales. Es por eso que la infraestructura de comunicación corporativa es tan importante como la infraestructura tecnológica.
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