Para un roto, siempre hay un descosido. Lo de Al grano, el último recién llegado al ‘infoentretenimiento’ puesto al servicio descarado de los intereses sanchistas desde RTVE, es el ejemplo más destacado. No se trata de que las productoras “del régimen” -como ya se las denomina con jocosidad en la Corporación- sean Mediapro y La Osa (antigua Fabricantes y más antigua La Fábrica de la Tele), agraciadas de nuevo con gasto al cargo público.
Ni siquiera que los presentadores –Marta Flich y Gonzalo Miró– hayan sido elegidos por sus tendencias ideológicas. Tampoco que buena parte de los “analistas” pertenezcan a la cuota habitual de voceros o tengan una orientación clara. El ‘quid’ de la cuestión está en los que sirven para justificar la “pluralidad” del engendro.
No se trata, desde luego, de un Ramón Espinar o de una Lilith Verstrynge. Ni siquiera de una Ada Colau que, flotilla va, flotilla viene, con escala técnica para el descojone. Tampoco de una Rosa(rio Gómez) Villacastín, exempleada del servicio de prensa -o sea, del aparato propagandístico- de aquella Alianza Popular (AP) de Manuel Fraga y exministros y ex altos cargos del franquismo, que la situaron como palafrenera del fachoso Arespacochaga en el Senado y que le llevaron a tener tan buenas migas con aquellos muchachos de derechas que algún día tal vez se cuente a quién le compró el pisito de Marbella.
Lo verdaderamente grave es que la supuesta ‘derecha desacomplejada’ esté sirviendo como tonto útil por precio para justificar el aparato propagandístico del sanchismo en RTVE. El anuncio del ramillete de contertulios de lo último de José Pablo López, Sergio Calderón y el dúo Cornejo-Madrid no deja de sorprender por la cantidad de gentes que han querido siempre vender favores, al partido del charrán y que abrevaban en su momento en lo más alto de la cúpula de la Intereconomía del moroso Julio Ariza Irigoyen, en VOX confío…
¿Quién no recuerda a Pilar García de la Granja, esposa del polémico secretario de Estado de Comunicación Alfredo Timmermans, hombre de gran éxito en el Aznarato (tono irónico), especialmente por su gestión de dicha materia en el 11-M, y que fue recompensado con un jugoso puesto en Telefónica, cuando se perdió un Gobierno en tres días gracias, en parte, a su labor? Pero de eso, tal vez, pueda contarnos más Luis Abril en sus Memorias.
Esa García de la Granja, hoy flamante ‘estrella’ de la COPE (amén, hermanos) con programa propio al mediodía, que quiso hacer la Fox española en Intereconomía, donde sus cenas -como las de la Preysler, pero en versión Consum- eran conocidas y cotizadas porque allí siempre hubo mucho tieso con ínfulas. Aquella periodista que consiguió que sus compañeros de plató –José Javier Esparza y Eduardo García Serrano– prácticamente le retiraran la palabra por sus ganas de mandar y su tendencia a llorarle (chivatearle, dirían otros) al patriarca Julio Ariza Irigoyen, en VOX confío .
¿Qué dirán Marisa Navas y Encarna Samitier tras haber visto cómo esta señora se enquistaba en lo más alto del Grupo Henneo? ¡Qué incógnita!
Otro acogido al sagrado episcopaliano tras haber sido la ‘estrellita’ del tinglado de Ariza, Antonio Jiménez, parece que también se ha prestado al blanqueamiento de la manipulación de López. En su caso, se comprende: lo suyo siempre ha sido la caspa.
De izquierdas o de derechas, pero la caspa, si paga, es menos caspa. Sujeto atrabiliario, del que se relatan mil anécdotas siempre con el denominador común de no sacar la mano del bolsillo, destaca por su ausencia de dignidad, habiéndose prestado de forma reciente, también, a seguir en el mismo programa del que le han dado la patada en Trece por petición de las sotanas de Añastro. Todavía le venderá al PP, donde cada vez le conocen menos, que está ahí para ser altavoz de sus ideas. No se descojonen mucho…
Otra que tal, Isabel Durán, probablemente la más seria de esta cabalgada de monstruos, eterno corcho en cualquier marejada, que también abrevó por aquella Intereconomía del torito bravo que se quedó en vaquilla. Una estancia, por cierto, que los viejos del lugar recordarán por las tensiones con otro intelectual, Carlos Dávila, que vetó su nombre en ‘La Gaceta’ tras un quítame allá esas pajas personal y profesional.
Y con esos mimbres, esta tropa será la encargada de dar voz a once millones de “idiotas”, (o sea, votantes del PP y de Vox según la operativa socialista Sarah Santaolalla), legitimando el producto.
Sálvese quien pueda.
Seguiremos Informando…
