Una reveladora tendencia está sacudiendo el mercado de los tratamientos contra la obesidad: más de la mitad de las personas que comienzan a usar fármacos adelgazantes los abandona en menos de un año. Este hallazgo pone en entredicho la efectividad a largo plazo de estos medicamentos, a pesar de su creciente popularidad.
Un nuevo estudio poblacional a gran escala, presentado en la Reunión Anual de la Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes, ha desvelado que poco más de la mitad de los adultos sin diabetes que inician un tratamiento con semaglutida lo interrumpen en menos de un año.
El informe, que analizó los datos de más de 77.000 adultos daneses, confirma una tendencia preocupante. “Es un nivel de disminución preocupante, pues estos medicamentos no están pensados para ser una solución temporal”, explicó el autor principal, el profesor Reimar W. Thomsen, de la Universidad de Aarhus. Para ser efectivos, estos fármacos deben tomarse a largo plazo. Los datos del estudio muestran que el abandono es más común entre hombres, jóvenes (de 18 a 30 años) y personas de barrios con bajos ingresos.
La obesidad como enfermedad “clasista”
La pregunta clave es por qué la gente abandona un tratamiento que, para muchos, es la primera vez que les permite adelgazar. El endocrino del Hospital Vithas de Sevilla, Cristóbal Morales, coincide con el estudio danés y señala el factor económico como la causa principal.
“Muchos pacientes no se lo pueden permitir económicamente”, afirma Morales. En España, los agonistas del receptor GLP-1, como la semaglutida, no están subvencionados en casos de obesidad. Un paciente debe desembolsar entre 170 y 400 euros al mes, un coste prohibitivo para muchos y que exacerba las desigualdades sociales, especialmente considerando que la obesidad afecta el doble a los niños de familias con rentas más bajas.
Además del factor económico, los efectos secundarios también influyen. La sensación de saciedad constante que genera el fármaco, que para algunos es un beneficio, puede volverse una carga al dificultar la participación en actividades sociales centradas en la comida o la bebida, obligando a los pacientes a hacer un “sacrificio social” que no todos están dispuestos a mantener.
Riesgos y soluciones a largo plazo
El uso indebido de estos medicamentos, a menudo sin seguimiento médico adecuado, también preocupa a los expertos. Morales denuncia que hay clínicas privadas que los recetan sin control, o que los pacientes los consiguen sin supervisión, lo que puede derivar en efectos secundarios como náuseas y molestias intestinales. “Son fármacos muy potentes que van directamente hacia el control biológico y se tienen que mantener a largo plazo”, advierte. “Un uso de un mes o dos para una ‘operación bikini’ no es aconsejable. Esto no es bótox”.
Los expertos alertan sobre el efecto rebote. Cuando se suspende el tratamiento, los pacientes pierden el efecto de la hormona que les dice que están llenos y, aunque al principio pierden músculo y grasa, al recuperarlo solo ganan grasa, empeorando su composición corporal. La obesidad, como enfermedad crónica, requiere un tratamiento a largo plazo.
Sin embargo, hay un resquicio de esperanza para quienes abandonan. Investigadores daneses encontraron un patrón común en un pequeño porcentaje de pacientes que mantuvieron su peso saludable después de dejar el fármaco: habían empezado a hacer ejercicio. Aunque aún se necesitan más estudios científicos para validar esta tendencia, se abre la puerta a enfoques más flexibles, como el uso de microdosis o dosis intermitentes, siempre bajo estricta supervisión médica.
Aunque estos fármacos prometen una solución rápida para la pérdida de peso, los datos sugieren que la adherencia al tratamiento es un obstáculo significativo. Factores como los efectos secundarios, el alto coste y la necesidad de un seguimiento médico constante podrían estar detrás de este elevado índice de abandono.
Los expertos señalan que el éxito en el control del peso no reside únicamente en la medicación, sino en un enfoque integral que incluya cambios en el estilo de vida, la nutrición y la actividad física.
La noticia plantea un desafío para la industria farmacéutica y los profesionales de la salud. Mientras se sigue investigando para mejorar estos tratamientos, la clave parece residir en una mayor educación del paciente y un apoyo continuo para garantizar que los beneficios de la medicación puedan mantenerse a largo plazo.
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