Iván Redondo no podía volver de otra forma más que consiguiendo unir a buena parte de la oposición y del Ejecutivo en su contra. ¿Qué ha obrado ese milagro? Él mismo, sin duda, y sus constantes mentiras, a juicio de quienes le han tratado desde hace años. El problema es que su crédito se agota.
En apenas unos días, Redondo ha regresado desde las sombras, donde venía operando últimamente, por su papel como presunto lobista al servicio de los intereses de General Dynamics en Santa Bárbara.
El exjefe de gabinete de Pedro Sánchez, antiguo asesor y valido del popular José Antonio Monago en Extremadura, estaría operando al servicio de la empresa estadounidense en la pugna que sostiene con Indra por la fabricación de vehículos militares.
A Redondo se le habría fichado para presionar ante el Gobierno de Sánchez, pero desde el propio Ejecutivo apuntan que no tiene capacidad operativa para ello. Fuentes del sector de la comunicación que siguen sus “andanzas” -así las describen- afirman que su acceso a Moncloa se queda en niveles muy bajos y especulan con que los estadounidenses hayan caído en uno de los embrujos habituales del gurú. Ese mismo que otros resumen con contundencia: “vender humo”.
La pista de Santa Bárbara ya afloró el pasado verano, cuando el responsable de la consultora Indie PR, Enrique Pascual, señaló a Redondo y sus artes en el asesoramiento a Santa Bárbara-General Dynamics. Un extremo que Redondo negó a este medio, aunque parece que el asunto sí tiene mucho de real.
La cuestión es llamativa, porque hasta entonces Redondo apenas había conseguido progresar más allá del óbolo dispensado por sus amigos catalanes a través de una página de La Vanguardia -que, casualmente, se vio agraciada recientemente con una publicidad de General Dynamics como parte de una operación de lavado de imagen- y de su participación en una asociación catalana en Madrid montada a mayor gloria de Josep Sánchez Llibre.
O sea, más bien poco, amén de andar cortejando, según momento y lugar, a Yolanda Díaz, al PNV o incluso, según parece, a sus antiguos patronos del PP, que han sido bastante elocuentes con el fichaje de Aleix Sanmartín como consultor de cabecera.
El pasado siempre vuelve
Y es que en Génova y sus aledaños no olvidan el papel de Redondo en la emergencia del sanchismo institucional, a pesar de su defenestración por Miguel Barroso y José Miguel Contreras. El conocimiento de cómo terminó el Gobierno popular de Monago tampoco ayuda. Pero su situación no es mucho mejor en el Ejecutivo de Sánchez, donde nadie quiere pringarse con él.
Algunas de sus acciones tampoco le han ayudado en ese ámbito. Todavía se recuerda la rocambolesca entrevista concedida a Jordi Évole, en la que nadie daba crédito a lo que escuchaba y veía. A nivel gubernamental, Redondo no contará con el acceso a la fontanería de Moncloa que él vende. Y mucho menos, aseguran, a lo más alto de la cúpula que rodea al presidente.
La cuestión, además, va más lejos, ya que la cuestión de Santa Bárbara, General Dynamics e Indra contribuye a poner palos en la construcción de un polo industrial español en materia de defensa. No es extraño que hasta un medio como OKDiario le haya puesto en la picota por sus intrigas. “La lucrativa vida de Iván Redondo asesorando contra la industria nacional de defensa: 700.000 euros en 2024”, titulaba el digital de Eduardo Inda.
Además, Redondo se ha quedado sin el paraguas de uno de sus grandes protectores, el consultor José Antonio Llorente, fallecido en diciembre de 2023, y los damnificados que ha ido dejando a lo largo de los años han ido apareciendo a la par que sus deudos, especialmente con los que contaba en los medios, han hecho lo contrario: desaparecer.
Recientemente, el polémico Javier Negre entró a saco en una de las cuestiones que más preocupa a Redondo: su pasado. Negre recordó cómo conoció a Redondo cuando contaba con una “pequeña oficina en Príncipe de Vergara de la que no podía pagar ni el aire acondicionado”.
“Te hacía quedar abajo en un bar para no enseñar su diminuto espacio y que se cayese su relato de que ganaba un dinero con su consultora”, apuntó, señalando que “todo era humo”. “Ahora se ha metido en negocios oscuros con la empresa Santa Bárbara que hace en reservados donde las paredes escuchan. Como siempre, le pudo la boca a este donostiarra con megalomanía”, apuntó.
El juicio de Negre, curiosamente, coincide con otros que proceden de la acera de enfrente, en la izquierda gubernamental, y con personas vinculadas al sector de la comunicación, y se dirige al talón de Aquiles de Redondo: su tendencia a exagerar su papel y sus propias capacidades, así como su temor a un episodio concreto: el de las retribuciones recibidas de manos del tesorero del PP Luis Bárcenas durante su trabajo para la Dirección Nacional del partido entre 2008 y 2009 y que fueron cifradas en torno más de 200.000 euros por sus consejos, estando entre los sueldos más altos de la formación.
Y es que lo de Redondo no ha hecho más que empezar. Porque, como dijo Óscar Wilde, ningún hombre es lo suficientemente rico como para comprar su pasado.
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