La comunicación científica se ha consolidado como una herramienta estratégica para fortalecer la confianza social en la ciencia, combatir la desinformación y acercar la evidencia técnico-científica a la ciudadanía. Así lo subrayaron los expertos reunidos en el debate “En defensa de la ciencia. Rigor en la información”, celebrado la semana pasada con el aval de la Asociación Nacional de Informadores de la Salud (ANIS), en el marco de la entrega de los I Premios Empiria.
Durante la jornada, científicos, comunicadores y representantes institucionales coincidieron en que la evaluación, la gestión y la comunicación del riesgo deben entenderse como un todo inseparable, especialmente en ámbitos como la salud pública y la seguridad alimentaria. La idea común fue clara: comunicar con rigor es también una cuestión de salud y de responsabilidad social.
“La comunicación de la ciencia es hoy el cambio crítico”, afirmó la doctora María Neira, directora del Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la OMS. “La ciencia debe debatir con la ciencia, pero también debe saber comunicarse con la sociedad. La comunicación del riesgo no consiste únicamente en transmitir datos, sino en organizar la información y convertirla en una herramienta útil para la acción y la prevención”.
Desde el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, Ana Díaz, subdirectora general de Calidad y Sostenibilidad Alimentaria, destacó la importancia de que las administraciones públicas comuniquen de manera transparente y directa: “La ciencia es la base de nuestras decisiones, y también debe ser la base de cómo las explicamos a la ciudadanía”.
La directora ejecutiva de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), Ana López Santacruz, y el doctor Jorge del Diego, de la Dirección General de Salud Pública del Ministerio de Sanidad, reforzaron esa idea, recordando que la confianza en los científicos sigue siendo alta, pero que el reto pasa por mantenerla en un ecosistema saturado de información. “El desafío actual no es tanto generar conocimiento, sino hacerlo comprensible y accesible para todos los públicos”, coincidieron los ponentes.
“Es fundamental que aprendamos a trasladar el rigor también a canales como Youtube o Tiktok, que es lo que consumen los más jóvenes”.
Tal como apuntaba el periodista Xavi Granda, vicepresidente de ANIS, en un contexto donde la inmediatez marca la agenda informativa, el papel del periodismo especializado en salud es la mayor de las garantías de calidad informativa: “Vivimos del titular y del clickbait, pero eso nos aleja del análisis. Los jóvenes ya no leen los reportajes: se informan en YouTube o TikTok. Es fundamental que aprendamos a trasladar el rigor también a esos canales”.
También se debatió sobre el rigor como el elemento vertebrador del proceso comunicativo en la ciencia. En el análisis del riesgo, los tres pilares que lo sostienen son la evaluación, la gestión y la comunicación, y son los científicos quienes deben generar información precisa para que los comunicadores puedan trasladarla con fidelidad a la población.
En palabras de los organizadores, el compromiso con el rigor y la transparencia comunicativa no solo fortalece la reputación de las entidades implicadas, sino que se convierte en un pilar de gobernanza y sostenibilidad social. En un momento en que la ciencia se ve constantemente expuesta al escrutinio público, la comunicación emerge como el puente más sólido entre el conocimiento experto y la confianza ciudadana.
La sesión concluyó con la entrega de los Premios Empiria, galardones que reconocen proyectos e instituciones comprometidos con la divulgación científica y la lucha contra la desinformación. La Organización Médica Colegial, el Hospital Reina Sofía de Córdoba, la Asociación de Enfermeras de Nutrición y Dietética (AdENyD) y la propia doctora María Neira fueron los premiados.
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