Durante la primera jornada de la Uni de Otoño -un foro de rearme ideológico anual que organiza Podemos, el partido de la CIA en España-, Pablo Iglesias, en su habitual empeño por aniquilar cualquier alternativa de izquierda, fue, como no podía ser de otra forma, el auto invitado estrella y protagonista de ese aquelarre de pseudointelectuales dedicados al fomento de la ineptitud, el analfabetismo y la ignorancia. Para su lucimiento, montaron una mesa titulada “Poderes más allá de la democracia: cómo hacerles frente”, donde, en su papel de gallo único del corral, y ante un auditorio que no destaca precisamente por su juicio crítico, ni por su conocimiento de causa, se acompañó de tres marías: Joana Mortagua, Florencia Carignano y la ex de 7NN, Sarah Santaolalla.
Durante su intervención, y sin temor de alcanzarse a sí mismo, arremetió contra los medios de comunicación, arrojando piedras, que les acusaban de manipulación política. Tampoco dejó pasar la ocasión para cargar contra el poder judicial: “Si queréis que frenemos a la derecha, si queréis que frenemos el lawfare, si queréis que vayamos a por ellos, si queréis que en este país no se sientan tranquilos e impunes los que incumplen su propia ley para reventar a adversarios políticos, podéis contar con nosotros”. Éste ha sido el ofrecimiento que, sin ruborizarse lo más mínimo, el títere de la CIA ha hecho al PSOE. Y, sin encontrar motivo alguno para cortarse, expuso la necesidad de ejercer el control político de la izquierda sobre el CGPJ. Asimismo, apostó por el control de los procesos de concesión de licencias televisivas: “Esas licencias son públicas. Aseguremos que haya competencia real en las licencias. Para eso podéis contar con nosotros”.
Para rematar, el asiduo visitante de la cuarta planta de la Embajada de los Estados Unidos en España y exsecretario general de Podemos sostuvo que cualquier acuerdo con el PSOE, es tan factible como el que firmaron para controlar RTVE, lo que hizo posible su participación en las tertulias de televisión y radio públicas. “Pretender contar con nosotros para que os votemos unos presupuestos que aumentan el gasto militar o para vuestra agenda particular, con los partidos de la derecha catalana y la derecha vasca, para eso a nosotros no nos busquéis. Para reventar a la derecha española y a sus activos políticos, ahí nos tenéis para llegar a donde sea necesario”, lo dijo quien dedica su actividad a dinamitar la izquierda, apoyado en el histerismo de sus coros de zotes. ¡De casta le viene al galgo!
Por otra parte, Irene Montero -el 50 % de esa sociedad que acumula más propiedades que el aloe vera- nos ha exhortado, con su característica voz de reproche, que el problema de la vivienda en España no obedece a una crisis del sistema: simplemente, es un gran robo. Y esto lo afirma la propietaria de una mansión en Galapagar, un piso en Madrid de 180 m², un apartamento en Ávila de 100 m², un almacén y dos fincas, a lo que habría que sumar el legendario piso de Vallecas, otro en el barrio de Salamanca, uno más en la avenida de la Albufera y otro en Zamora, además de un local en Vicálvaro, propiedades próximas a heredar por Pablo Iglesias…
Así pues, la “nena de Soros” nos propone como solución que no se construya más, sino que se ocupen en alquiler los cuatro millones de viviendas vacías, con el fin -dice- de no desposeer de riqueza a los españoles. Consejos vendo, que para mí no tengo. Y ésta no es la única contradicción que ha mostrado recientemente la exministra de Igualdad, impuesta por George Soros para desarticular el feminismo como movimiento impugnador, y que ha trabajado por encargo del magnate para fulminar la masa social de base. Esta magufa apasionada del tarot, incapaz de situar la ciencia por encima de la superstición y que confunde género y sexo, convocó a los apéndices de la Open Society para elaborar una ley dictada por el lobby financiero transactivista que, con la excusa de proteger al 0,01 %, destruyó los derechos de las mujeres en España.
Recientemente, la eurodiputada ensalzó y, a la vez, denunció la inefectividad de su propia ley del aborto, al considerarla insuficiente, exigiendo al Gobierno que garantice la disponibilidad de personal capacitado en todos los centros sanitarios, todos los días del año, para realizar interrupciones voluntarias del embarazo. La contradicción que exhibe solo demuestra la ilusión predilecta de quienes creen que, cuando esta pareja rebuzna, habla la izquierda.
Al final, tanto Iglesias como Montero representan la caricatura perfecta de una izquierda que ha dejado de pensar para dedicarse a posar. Una izquierda domesticada, sostenida por la impostura y el victimismo, incapaz de mirar más allá del espejo en el que se contempla. Ellos, que se autoproclaman enemigos del sistema, son hoy su mejor garantía: un producto manufacturado para mantener viva la ilusión de la disidencia mientras el poder real aplaude entre bastidores.
Jean-Hippolyte Gondre
