El panorama televisivo español ha acuñado un nuevo —y preocupante— arquetipo de estrella: la figura que, sin formación específica ni trayectoria reconocida, se erige en experta omnisciente. El caso más palpable y, a la vez, más sintomático de esta perversión profesional es, sin duda, el de Sarah Pérez Santaolalla, una de las tertulianas más omnipresentes y polémicas del momento.
Llamar a las puertas indicadas y, crucialmente, caer bien a la gente conveniente parece ser la fórmula mágica del éxito en esta industria. Y es que el ascenso de Santaolalla, que ha pasado del más absoluto anonimato a ocupar una silla en casi cada debate de prime time, es, cuanto menos, cuestionable en términos de mérito.
La entradilla de su fulgurante carrera lo dice todo: no es periodista, ni politóloga, ni consta que posea una especialización real en la miríada de temas que aborda a diario. A pesar de esta evidente carencia curricular, se ha convertido en una pieza clave del show business informativo, donde su opinión —a menudo estridente, siempre polarizante hacia la izquierda— pesa más que el conocimiento.
El fenómeno Santaolalla da cuenta de una preocupante deriva en el ecosistema mediático: la televisión, en su insaciable búsqueda de espectáculo y confrontación, ha sustituido la autoridad académica o profesional por la rentabilidad del clickbait verbal. Su omnipresencia, más que un logro personal, es el espejo de una profesión que premia el histrionismo y la conexión con las cúpulas de poder por encima de la rigurosidad o la experiencia.
Su éxito, que sus defensores tildan de “meteórico”, es en realidad una señal de alarma sobre la facilidad con la que el debate público es secuestrado por la opinión sin fundamento. Sarah Santaolalla, la “todóloga” por antonomasia, es el símbolo del triunfo de la influencia sobre la cualificación, un modelo que lamentablemente parece haberse normalizado en la profesión en nuestros tiempos.
El controvertido ascenso de Santaolalla a figura de “todóloga” se entiende fundamentalmente por su rápida y masiva incursión en la parrilla de Televisión Española, una trayectoria que ha provocado tantas defensas institucionales como durísimas críticas políticas. Su caso no solo ilustra una preocupante tendencia mediática, sino que también pone en entredicho los criterios de selección en el ente público.
Omnipresente en TVE
Aunque a sus 26 años Santaolalla ya había tenido incursiones en otras cadenas como Cuatro, su salto definitivo y su consolidación como analista ubicua se produce en el seno de RTVE.
Su presencia se ha multiplicado exponencialmente en los últimos meses, convirtiéndose en un rostro fijo de programas de “infoentretenimiento”. En abril de 2025 se convirtió en colaboradora habitual del matinal Mañaneros 360, y también ha sido colaboradora destacada en Malas Lenguas.
La visibilidad vino acompañada de polémica sobre la transparencia económica. RTVE se vio obligada a desvelar el montante percibido por Santaolalla por sus intervenciones (alcanzando cifras cercanas a los 4.700 euros mensuales por el conjunto de colaboraciones).
Sobre ella también planea cierta duda por su supuesto “enchufe”, especialmente por su relación sentimental con el presentador Javier Ruiz, presentador de Mañaneros 360 y figura clave en la maquinaria de una RTVE a las órdenes del Gobierno.
Ante los ataques y exigencias del Partido Popular de que fuese apartada, el Consejo de Administración de RTVE emitió un comunicado respaldando a Santaolalla (y a otra colaboradora, Laura Arroyo), denunciando que los ataques recibían tenían un componente de “misoginia y machismo”.
Como guinda a su “meteórico” ascenso, su perfil ha sido recientemente reforzado con su fichaje por el diario digital El Plural. Este movimiento consolida su estatus más allá de la televisión, asegurándole una nueva plataforma escrita y en vídeo.
Santaolalla tendrá así una columna semanal donde ofrecerá “una cita frente al ruido”. Este fichaje blinda a la “todóloga” dentro de un ecosistema que comparte línea editorial con sus posturas progresistas (y en el que se ha posicionado claramente, habiendo sido militante y candidata del PSOE a nivel municipal).
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